Reseña de La ciudad y los perros en la revista de la UNEAC (La Habana, 1965)

La primera visita de Vargas Llosa a Cuba después de la publicación de La ciudad y los perros tuvo lugar entre enero y febrero de 1965. La atención que recibió no pudo ser más auspiciosa (mesa redonda en Casa de las Américas, entrevistas en la prensa cubana, reseñas de la novela,  encuentros con viejos y nuevos amigos) al punto que no dudó en admitir, en carta a Abelardo Oquendo, que había vuelto a París “envanecido, hinchado como un pavo-real”.

Coincidiendo con la visita de Vargas Llosa, el número correspondiente a enero-marzo de 1965 de Unión, revista de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), publicó su cuento “Día domingo” (tomado del libro Los jefes) y una reseña de La ciudad y los perros a cargo de César López.

La UNEAC fue fundada en agosto de 1961 y su primer director fue el poeta Nicolás Guillén, quien se mantuvo en ese cargo hasta su muerte en 1989. Junto con Casa de las Américas, la Editora Nacional (más tarde Instituto del Libro) o el ICAIC, la UNEAC ha sido una de las instituciones centrales de la cultura oficial en la isla y, también, protagonista de más de un episodio controvertido. En 1962 inició la publicación de dos revistas, Unión y La Gaceta de Cuba, que continúan vigentes hasta el día de hoy.

El autor de la reseña de La ciudad y los perros, César López, es un poeta, narrador, crítico y traductor cubano nacido en 1933. Hizo estudios en la Universidad Complutense a fines de la década de 1950, y al parecer conoció personalmente a Vargas Llosa en Madrid. López fue miembro fundador de la UNEAC y coordinador de la sección de literatura en la década de 1960. Es autor de más de 15 libros de poesía y un par de volúmenes de cuentos, y ha tenido a su cargo la edición de, entre otros libros, el excelente volumen de Poesía completa de Lezama Lima publicado por Sexto Piso en 2016. En 1966 obtuvo una Mención en el premio de poesía de Casa de las Américas por su Primer libro de la ciudad, y en 1971 recibió el Premio OCNOS de poesía, promovido por la editorial del mismo nombre que dirigía Joaquín Marco en Barcelona, por su volumen de poemas Segundo libro de la ciudad.

En 1971 López se vio involucrado en el caso Padilla cuando este, durante su famosa “autocrítica”, lo mencionó como alguien que también había incurrido en deslices contrarrevolucionarios:

(…) otro querido amigo como es César López, a quien yo admiro y respeto (…) ha hecho conmigo análisis derrotistas, análisis negativos de nuestra Revolución. Además, César López ha llevado a la poesía también esa épica de la derrota (…) César ha retenido los momentos desagradables y los ha puesto en su libro; libro que ha enviado a España antes de que se publicase en Cuba, como es lo correcto, como debe ser la moral de nuestros revolucionarios: publicar antes en nuestra patria y después mandar afuera.

Luego de la “confesión” de Padilla, varios de los nombrados, incluido López, ofrecieron su testimonio en esa audiencia -que tuvo lugar, como es sabido, en el local de la UNEAC. La carta que un grupo de intelectuales dirigió a Fidel Castro protestando por lo que consideraban una grotesca puesta en escena incluyó a López entre las víctimas del aparato cultural cubano: “el propio Padilla y los compañeros Belkis Cuza, Manuel Díaz Martínez, César López y Pablo Armando Fernández se sometieron a una penosa mascarada de autocrítica [que] recuerda los momentos más sórdidos de la época del estalinismo, sus juicios prefabricados y sus cacerías de brujas”. Según algunos reportes López padeció censura y ostracismo durante el llamado “quinquenio gris”, término que él mismo -según Ambrosio Fornet- rechazó en favor de “decenio negro” para referirse al periodo de aguda represión cultural en la isla. Arturo Arango, en su comunicación al debate promovido por la revista Criterios en 2007, se refirió a “la marginación, el castigo a un nutrido grupo de intelectuales de las más diversas manifestaciones, formas de expresión y tendencias artísticas”, entre ellos César López, quien al igual que muchos otros no pudo publicar libros ni poemas en Cuba durante varios años. Su castigo, dice Arango, se extendió hasta 1981. Pese a todo López no abandonó la isla ni se sumó a las voces disidentes de la Revolución. En 1999 recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba. (Las citas de Fornet y Arango han sido tomadas del libro La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión, La Habana, Criterios, 2007).

Cuando Vargas Llosa recibió el premio Nobel en 2010, López declaró lo siguiente: “Es uno de los grandes escritores actuales de la lengua y se merece literariamente el Premio Nobel, que es un orgullo, un honor, para la literatura de Nuestra América, independientemente de su posición actual en el plano histórico, ideológico y desde luego de su separación inamistosa con Cuba”. En otra entrevista dijo: “Vargas Llosa es uno de los grandes narradores de la lengua, creo que no sólo del siglo XX y lo que va del XXI, sino de todos los tiempos. No comparto su posición política e ideológica actual, pero lo admiro como escritor y lo prefiero siempre como novelista”.

En su reseña de La ciudad y los perros, López alude, algo retóricamente, al éxito de la novela en el medio cubano: frente a un autor y un libro que llegaban precedidos del “alboroto europeo” señaló que lo que cabía era hacer “lo que todo el mundo está haciendo. Leer la novela y comenzar a discutir por la esquina o el café de turno”. López subrayó algunos aspectos débiles o poco convincentes de La ciudad y los perros: en cierto momento “la acción se tambalea, se hace blanda y explicativa”; de otra secuencia afirmó que “también sobra, nada agrega”; y del Esclavo escribió que resultaba un personaje “muy predestinado, colocado todo el tiempo como el chivo expiatorio”. Pero, concluyó, “esas faltas menores no impiden decir afirmativamente que La ciudad y los perros es una novela violenta e interesante”. Antes había dicho que era “una novela seria, grave, diríamos con cierto melodramatismo en el tono”. Y la comparó, en su temática, con una película (“Muchachas de uniforme”, de la cual hay versiones alemana y mexicana) y con novelas como Narciso y Goldmundo o Bajo la rueda de Herman Hesse, El guardián entre el centeno de Salinger y otras.

Se puede acceder a la reseña completa haciendo click en la siguiente imagen:

 

 

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