“La novela en América Latina es un género que está naciendo”: Vargas Llosa en La Habana, 1965

Comparto con los lectores de este blog unas declaraciones hechas por Mario Vargas Llosa durante su visita a La Habana entre fines de enero y comienzos de febrero de 1965. Estas se publicaron en el diario Hoy (órgano del Partido Socialista Popular, que era el nombre que desde la década de 1940 utilizó el partido comunista en Cuba) el domingo 28 de febrero de 1965.

He introducido unos pocos cambios en la puntuación para facilitar la lectura. En general, como habrá de notar el lector, no se trata de un texto demasiado pulcro, lo que probablemente se explique por el hecho de que fue redactado sobre la base de apuntes tomados al vuelo durante la conversación.

Según el autor de la nota, La ciudad y los perros había circulado ampliamente en La Habana. Con algo de hipérbole señala que en los ambientes en que se desarrollaron las actividades culturales de esos días “prácticamente todos llevaban su libro bajo el brazo”. Recordemos que Seix Barral vendió 2,000 ejemplares de la novela de Vargas Llosa en Cuba, una cantidad que, aunque no se acercaba al tiraje de las masivas ediciones populares cubanas de esos años, no dejaba de ser importante, sobre todo para un libro publicado en el extranjero.

Sobre la novela latinoamericana Vargas Llosa reitera opiniones que él y otros, especialmente Carlos Fuentes, habían venido sosteniendo en esos años formativos del boom. Fuentes, en particular, había escrito en el suplemento “La cultura en México” de julio de 1964 un extenso artículo sobre “La nueva novela latinoamericana” cuyo subtítulo era más que provocador: “Señores no se engañen: los viejos han muerto. Viven Vargas Llosa, Cortázar, Carpentier”. Fuentes destaca también a Rulfo, cuya obra, dice, era “el hilo que nos conduce a la nueva novela latinoamericana”, y cita como parte de ese proceso de transformación a autores como García Márquez (“es a la literatura colombiana lo que Rulfo a la mexicana”), Onetti, Carlos Martínez Moreno, Benedetti, Donoso y Sabato: “en todos ellos aparece un tono nuevo”. Fuentes cierra su artículo con una tajante refutación de la famosa frase de Luis Alberto Sánchez: “Podemos ahora decir: ‘Latinoamérica, novela con novelistas'”. Vargas Llosa, en las declaraciones a Hoy, consideró como representantes de esa “nueva novela” a varios de los autores mencionados por Fuentes, a quienes agregó a José María Arguedas, conectando así a escritores de distintas generaciones y temáticas quienes, en su opinión, estaban sacando a la literatura latinoamericana de su parroquialismo y abriéndola a lo “universal”.

La visita de Mario Vargas Llosa a nuestro país fue casi un segundo acontecimiento literario anexo al Concurso de la Casa de las Américas. Poco antes había llegado a los estanquillos de las librerías su gran novela La ciudad y los perros, premio Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral. Es una novela fuerte, trabajada de tal manera en su forma que el lector se sumerge de cabeza en la narración sin reparar en los alardes técnicos. Por lo demás se trata de un escritor valioso, increíblemente modesto pese a que en la UNEAC, en la Casa de las Américas, en el “Riviera”, prácticamente todos llevaban su libro bajo el brazo. “Hombre del día” le llamó Alejo Beltrán con su proverbial humor En fin, he aquí las opiniones de Mario Vargas Llosa.

Sobre la novela latinoamericana

“La novela en América Latina es un género que está naciendo. No tuvimos novela colonial porque España nos prohibió la importación de ellas, por ejemplo las de caballería, porque tenían un caracter subversivo. Desde luego se esforzaron más en que no se publicaran en el continente. La primera fue El Periquillo Sarniento en el siglo XIX. Nace esa novela del siglo XIX imitando a los europeos, tanto a los románticos como a los realistas y naturalistas: lo que debía ser expresión de las cosas, sólo expresa la admiración de los escritores latinoamericanos a Europa. La visión de la literatura es caricaturesca por aquel entonces, sólo existe la excepción de la poesía gauchesca. Cuando surge la respuesta a esta situación nacen los ‘indigenistas’. Pero los ‘indigenistas’ eran costeños, de la urbe, no conocían realmente al indígena, escribían como los europeos sobre los orientales y, lógicamente, la visión resultaba también de caricatura. Los clásicos tienen su importancia histórica porque hablan del paisaje, etc. La preocupación social tiene que ir acompañada de una técnica: La vorágine, Doña Bárbara y otras son interesantes por lo que revelan, pero pobres estilísticamente. El lenguaje en estas obras es postizo, fraseológico, ignorante del habla auténtica de los lugares que se describen. Antes la novela latinoamericana tenía una importancia local, nunca universal. La universalidad en la novela latinoamericana comienza con Carpentier, Cortázar, Onetti, José María Arguedas, Juan Rulfo y Carlos Fuentes”.

Sobre realidad, forma y contenido

“El gran escritor expresa siempre una realidad auténtica, entendiendo por realidad algo muy amplio, incluso lo psicológico. Las grandes literaturas están construidas sobre esa realidad y el escritor, para ser honrado consigo mismo, debe buscar formas para plasmar esta inquietud o necesidad, ya sea social, histórica o imaginativa; la técnica es imprescindible y el escritor debe interesarse por las masas de lectores pero no avasalladoramente. Forma y contenido no se diferencian; la literatura, que es lenguaje, tiene que contar con una organización. Si hay buena novela es porque se ha logrado plena correspondencia entre forma y contenido”.

Sobre algunas corrientes en novela contemporánea

“La nueva novela francesa me aburre un poco. Robbe-Grillet es interesante y representativo de un estado actual de esa sociedad donde el objeto es un fetiche que ejerce una dictadura. Pero las grandes obras no sólo brindan cosas nuevas, amplían la realidad, no se trata de reducirla. Nathalie Sarrauté ha descubierto el nivel del tropismo y el lugar común, pero en base a este descubrimiento ha suprimido todo lo demás…”

Sobre Alejo Carpentier

“Es nuestro primer escritor romántico. Hay en su obra una tentativa de revivir el pasado con un lenguaje personal que constituye una realidad en sí misma. Además es un gran escritor con una prosa de una sensualidad ilimitada. Creo que es un escritor auténtico, único, que no puede abrir escuela porque los imitadores serían muy malos”.

***

Vargas Llosa tiene 29 años. Su sencillez deja una grata impresión, quizá por contraste con otros “literatos”. El entrevistador guarda las notas de sus opiniones, vertidas en una mañana fría “muy semejante a las del Perú” entre las páginas de La ciudad y los perros, novela que debe leerse.

B.C.

(Bernardo Callejas)

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