Cuando el boom llegó a Casa de las Américas

¿Cuándo comenzó el boom? No hay respuesta definitiva ni universalmente aceptada a esta pregunta, pero muchos coinciden en afirmar que fue hacia 1963: ese año se publicaron Rayuela y La ciudad y los perros. Esta última había ganado el Premio Biblioteca Breve en Barcelona un año antes y fue finalista del Premio Formentor en 1963. Obviamente hay antecedentes importantes, pero el punto de partida del boom como fenómeno literario, editorial, comercial y político se dio en algún momento alrededor de 1963.

Cuba no fue ajena a su desarrollo, como ha sido resaltado por diversos estudiosos. Es más: la Revolución cubana representó un estímulo directo en el proceso que condujo a la consagración de los autores latinoamericanos que dieron forma al boom. Por un lado, multiplicó el interés por la historia y la cultura latinoamericanas dentro y fuera de la región; por otro, generó simpatías entre escritores y editores de ambos lados del Atlántico, lo cual contribuyó a forjar una cierta comunidad literaria, intelectual y política. Los cuatro autores principales del boom visitaron Cuba en los albores de la Revolución: Fuentes a pocos días del triunfo revolucionario y luego nuevamente a comienzos de 1960 como jurado del Premio Casa de las Américas; García Márquez ese mismo año, cuando trabajaba en la agencia de noticias Prensa Latina; Vargas Llosa en octubre de 1962 para cubrir como reportero los efectos de la crisis de los misiles; y Cortázar en enero de 1963, cuando participó como jurado del Premio Casa de las Américas. A partir de allí, por algunos años en el caso de Fuentes y Vargas Llosa, y por muchos más en el caso de Cortázar y García Márquez, se multiplicaron las visitas y se anudaron una serie de relaciones entre los escritores del boom y la Revolución cubana, sus intelectuales y sus instituciones.

La revista Casa de las Américas, fundada en 1959, empezó muy temprano a prestar atención a lo que por entonces se llamaba la “nueva novela latinoamericana”. Sus páginas sirvieron para amplificar, dentro y fuera de Cuba, la influencia de quienes estaban llamados a ser los protagonistas de una década irrepetible en la historia de la literatura latinoamericana. La edición No. 26 de octubre-noviembre de 1964, por ejemplo, incluyó un dossier sobre la novela latinoamericana con colaboraciones de Cortázar, Vargas Llosa, Onetti, Fuentes y Ángel Rama.

Pero no solo llegaron a Cuba los autores del boom: también sus libros, impresos en México, Buenos Aires o Barcelona. Se sabe que Carlos Barral, el editor catalán que tanto contribuyó a promover la literatura latinoamericana en España e Hispanoamérica, estuvo en Cuba varias veces y firmó un importante contrato con la oficina de importación y exportación de bienes culturales que dirigía por entonces Heberto Padilla. Dos mil copias de La ciudad y los perros, por ejemplo, fueron importadas a Cuba. También llegaban libros desde México a través de editoriales y distribuidoras como Joaquín Mortiz. Copias de esos libros llegaban también a las bibliotecas cubanas, en particular a la de Casa de las Américas. En su edición del 17 de junio de 1964 el diario cubano Revolución ofreció, como solía hacerse en las publicaciones cubanas de la época, una lista de los títulos más recientes llegados a la biblioteca de Casa de las Américas. La lista incluyó La ciudad y los perros de Vargas Llosa, La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, El coronel no tiene quien le escriba de García Márquez y Los premios de Cortázar. Aunque es casi seguro que otros libros de esos autores ya estaban en los estantes de Casa, no resulta exagerado afirmar que, como fenómeno literario y editorial, el boom llegó a Casa de las Américas a mediados de 1964, de la mano de esos libros de sus cuatro autores principales.

La revista Bohemia, en su edición del 26 de junio de 1964, publicó también una nota sobre los libros recién llegados a Casa de las Américas pero con una lista diferente de títulos. De los cuatro libros antes mencionados solo aparece La ciudad y los perros, aunque por error se le incluye entre los libros publicados por la editorial mexicana Joaquín Mortiz. La confusión se explica por el hecho de que Joaquín Mortiz servía como distribuidora de Seix Barral en algunos países latinoamericanos (y a su vez la editorial catalana hacía lo mismo con los libros de Joaquín Mortiz en España).

El boom (recordemos, empero, que todavía no se llamaba así al fenómeno que estamos glosando) también se hizo presente a través de los “Café Conversatorios” mensuales que organizaba Casa de las Américas. De los cuatro autores centrales del boom, fue García Márquez el primero en ser abordado a través de un conversatorio sobre La mala hora que tuvo lugar el 27 de abril de 1964:

 Dos meses después, el 24 de junio, le tocó el turno a Carlos Fuentes y La muerte de Artemio Cruz:

Una nota periodística de setiembre de ese año resaltaba la organización de estos conversatorios sobre “autores tan importantes y desconocidos para nuestro público” y anunciaba que pronto se organizarían encuentros sobre Cortázar y Sabato:

El 29 de enero de 1965 fue el turno de Vargas Llosa y La ciudad y los perros, evento que contó con la presencia del autor, de visita en La Habana como jurado del premio de novela de Casa de las Américas:

Finalmente, el 2 de julio de 1965 tuvo lugar el conversatorio sobre Rayuela, con la participación de José Lezama Lima, quien años más tarde escribiría el prólogo a la edición cubana de la novela de Cortázar:

La relación entre los escritores del boom y Cuba se consolidó a lo largo de los años, aunque de manera desigual, con la publicación de ediciones cubanas de sus libros. El primer autor del boom en ser publicado en Cuba fue Julio Cortázar, cuyo volumen de Cuentos salió de la imprenta en agosto de 1964. De las cuatro novelas discutidas en los “Café-Conversatorios” tres serían publicadas posteriormente por Casa de las Américas: Rayuela (1969), La mala hora (dentro del volumen Dos novelas de Macondo, 1980) y La muerte de Artemio Cruz (1987). De Vargas Llosa sólo se publicó Los cachorros (1968). Con el tiempo, el autor del boom más publicado en Cuba sería García Márquez: Cien años de soledad (Casa de las Américas, 1968; Ediciones Huracán, 1969 y 1979; Editorial Arte y Literatura, 2007), Todos los cuentos (Casa de las Américas, 1977), El otoño del patriarca (Editorial Arte y Literatura, 1978), Dos novelas de Macondo (Casa de las Américas, 1980), Relato de un náufrago (Editorial Arte y Literatura, 1981), El coronel no tiene quien le escriba y otros relatos (Casa de las Américas, 1981), El amor en los tiempos del cólera (Editorial Arte y Literatura, 1986), La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile (Editora Política, 1986), El general en su laberinto (Casa de las Américas, 1989), Del amor y otros demonios (Editorial Arte y Literatura, 1994), Crónica de una muerte anunciada (Casa de las Américas, s/f) y una compilación titulada La soledad de América Latina. Escritos sobre arte y literatura 1948-1984 (Editorial Arte y Sociedad, 1990). Además, de Gabo se publicaría también un temprano volumen en la serie “Valoración múltiple” (1969), mientras que otro dedicado a Vargas Llosa que estuvo en preparación hacia 1971 nunca llegó a publicarse.


Nota.- La ilustración que encabeza este post ha sido tomada del libro Casa de las Américas 1959-2009 (Casa de las Américas y Fundación de Sevilla, 2011).

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