El Leoncio Prado: la historia oficial

 

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En 1968 se conmemoró el 25o. aniversario de creación del Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP). Para celebrar la ocasión se organizaron diversos eventos (desfiles, ceremonias, competencias deportivas) y se publicó un libro de homenaje bajo la dirección de Addhemar Sierralta: Historia del Colegio Militar Leoncio Prado. 25 años al servicio de la educación en el Perú, 1943-1968 (La Perla, Callao: Talleres de la Imprenta del Colegio Militar Leoncio Prado, 1968).

El libro contiene lo que puede considerarse la historia oficial del CMLP entre 1943 y 1968: un relato sobre sus orígenes, motivaciones y objetivos; fotografías de los fundadores; un recuento de los principales hitos en la trayectoria del colegio; descripciones elogiosas de las actividades, instalaciones y logros institucionales; datos sobre algunos alumnos destacados; y otros aspectos de la vida del colegio y sus autoridades, profesores y cadetes.

El libro pone énfasis en la contribución del CMLP a la preparación de “hombres listos a ofrecer a la ciudadanía su participación desinteresada” (p. [7]). Aunque al principio la idea era, además, “formar y preparar a los jóvenes para el reclutamiento de futuros oficiales de los Institutos Armados” ofreciendo ingreso sin examen a quienes ocuparan los primeros puestos, posteriormente se tomó la decisión de eliminar esas ventajas y hacer del colegio “un centro de selección por la capacidad y sin privilegios de ninguna índole”, eliminándose el ingreso libre a las escuelas de oficiales (pp. 19-20). La formación estaba supuestamente basada en “los ideales patrióticos” y “las virtudes ciudadanas de solidaridad social, respeto a las autoridades, a las leyes y a la sociedad”.

Naturalmente, el libro evita mencionar episodios o situaciones que, aunque eran por todos conocidos, no habrían podido incorporarse a la narrativa oficial y celebratoria de la historia del CMLP. Pese a ello, no pudieron dejar de mencionar el “bautizo” a que eran sometidos los nuevos cadetes, es decir, los “perros”. El libro afirma que había sido abolido en 1958 (“El tradicional ‘bautizo’, que año a año se cumplía con los cadetes recién ingresados, no tuvo lugar debido a las disposiciones de la Dirección y así los cadetes del Cuarto Año se quedaron ‘con la miel en los labios'”, p. 58) pero todo indica que, a lo más, lo que se eliminó fue la parte “oficiosa” del bautizo pero se mantuvo la costumbre de infligir a los “perros” por parte de los cadetes más avanzados toda clase de abusos y prácticas humillantes y que, de hecho, duraban mucho más allá de los días de bienvenida al colegio militar. El libro conmemorativo incluyó algunas fotografías debidamente seleccionadas para dar la imagen de un acto juguetón e inofensivo, pero que al mismo tiempo revelan que se trataba de un ritual incorporado a la rutina institucional y, por tanto, aceptado por las autoridades del colegio. Aquí reproduzco esas fotografías, con las leyendas originales:

Bautizo_2Un “perro” saltando por un aro, en un “bautizo” (p. 48)

Bautizo_4
Un número gracioso, también durante uno de los tradicionales “bautizos” (p. 48)

Bautizo_1
Uno de los últimos “bautizos” (p. 59)

Bautizo_3
El “bautizo” siempre se recuerda (p. 268).

Numerosas fotografías de los pabellones e instalaciones del CMLP aparecen en las páginas del libro conmemorativo. Destaco solamente dos. La primera es de “La perlita”, el kiosko de bebidas y golosinas que figura en La ciudad y los perros con su verdadero nombre y que fue descrito así por Vargas Llosa:

“LA PERLITA” está al final del descampado, entre el comedor y las aulas, cerca del muro posterior del colegio. Es una construcción pequeña, de cemento, con un gran ventanal que sirve de mostrador y en el que, mañana y tarde, se divisa la asombrosa cara de Paulino, el injerto: ojos rasgados de japonés, ancha jeta de negro, pómulos y mentón cobrizos de indio, pelos lacios. Paulino vende en el mostrador colas y galletas, café y chocolate, caramelos y bizcochos y, en la trastienda, es decir en el reducto amurallado y sin techo que se apoya en el muro posterior y que, antes de las rondas, era el lugar ideal para las contras, vende cigarrillos y pisco, dos veces más caro que en la calle. Paulino duerme en un colchón de paja, junto al muro, y en las noches las hormigas pasean sobre su cuerpo como por una playa. Bajo el colchón hay una madera que disimula un hueco, cavado por Paulino con sus manos para que sirva de escondite a los paquetes de “Nacional” y a las botellas de pisco que introduce clandestinamente en el colegio (La ciudad y los perros, Seix Barral, 1963, pp. 102-103).

La perlita“La Perlita”, uno de los lugares que más se recuerda (p. 245).

Otro espacio que aparece en la novela y generó más de un comentario escandalizado es la granja del colegio. En La ciudad y los perros hay varias escenas en las que los cadetes aparecen teniendo sexo con las gallinas. Esta es la primera mención de la granja en la novela:

CAVA nos dijo: detrás del galpón de los soldados hay gallinas. Mientes, serrano, no es verdad. Juro que las he visto. Así que fuimos después de la comida, dando un rodeo para no pasar por las cuadras y rampando como en campaña. ¿Ves? ¿Ven?, decía el muy maldito, un corral blanco con gallinas de colores, qué más quieren, ¿quieren más? ¿Nos tiramos la negra o la amarilla? La amarilla está más gorda. ¿Qué esperas, huevas? Yo la cojo y me como las alas. Tápale el pico, Boa, como si fuera tan fácil. No podía; no te escapes, patita, venga, venga. Le tiene miedo, lo está mirando feo, le muestra el rabo, miren, decía el muy maldito. Pero era verdad que me picoteaba los dedos (La ciudad y los perros, Seix Barral, 1963, p. 31).

La granjaLa granja del colegio (p. 244).

Una de las secciones más curiosas del libro de homenaje a los 25 años del CMLP es la dedicada a la “Psicología del cadete”, escrita por Antonio Núñez Begazo. Luego de enfatizar que el cadete, siendo un adolescente, atraviesa por un periodo de “profundas transformaciones biosíquicas, crecimiento físico, trastornos fisiológicos, madurez sexual, desarrollo intelectual y preocupación por los grandes problemas (religión, política, sociales, etc.)”, el autor subraya que “tiende a obtener la máxima independencia, se rebela contra lo estatuido (…) inclusive se rebela contra aquellos que constituían antes o constituyen sus guías y gusta mezclarse con todo aquello que le estaba prohibido”. En su visión, sin embargo, esta rebeldía “no se queda en la protesta, en el rechazo o la sumisión, sino que se proyecta hacia el futuro” (p. 103). También se ofrece una clasificación de los cadetes según su “temperamento”: 42% son flemáticos, 21% apasionados, 10% sentimentales, y 7% sanguíneos, seguidos de otras categorías. Finalmente, se incluye una lista de los “problemas emocionales” y de otro tipo que reportaron los cadetes durante los últimos cuatro años. Entre ellos se menciona el “temor a la figura del padre” y el “temor a la autoridad”. Reproduzco aquí el reporte completo:

CMLP_Psicología del cadeteAl final del libro se incluye una lista de los cadetes de todas las promociones del CMLP entre 1944 y 1968. En la primera promoción aparece Manuel Escorza y en la séptima, aparte de Mario Vargas Llosa (pese a que él no terminó la educación secundaria en el CMLP), están el psiquiatra Max Silva Tuesta (autor de varios trabajos sobre Vargas Llosa), Herbert Morote (que años después también publicaría un libro sobre el escritor), Jaime Salinas Sedó, general del ejército que se enfrentó al régimen de Fujimori y purgó prisión por ello, y el dirigente aprista y parlamentario Jorge Torres Vallejo.

CMLP_Primera promociónLista parcial de cadetes de la primera promoción (1944-46)

CMLP_Séptima promociónIntegrantes de la séptima promoción del CMLP (1950-52)

Aunque hacia 1968 ya era un escritor ampliamente consagrado (su segunda novela, La casa verde, había ganado el Premio Rómulo Gallegos en 1967, por mencionar uno de los reconocimientos internacionales que había recibido), Vargas Llosa no fue resaltado en el libro como estudiante “destacado”. En cambio, cuando se mencionó la graduación de la primera promoción del CMLP en 1946, sí se subrayó que entre los 234 cadetes que la integraban estaban “Escorza, César Olea Terry, Raúl Peña Cabrera (Diputado por Tumbes), Manuel Scorza, Vera La Rosa, y muchos otros, que sería largo enumerar, [y que] han destacado luego” (p. 46). Por un error derivado probablemente del cambio que hizo en su apellido (de Escorza a Scorza) el autor de Las imprecaciones aparece mencionado dos veces. No sorprende confirmar que Vargas Llosa seguía siendo visto como persona non grata por las autoridades del colegio. Scorza, por su parte, que recordemos fue el editor de La ciudad y los perros en el Perú, mantenía una relación más amistosa con su Alma Mater: aquí es mencionado como ex alumno destacado y, como subrayé en una nota anterior, recordaba con gratitud y cariño su paso por el CMLP.

El resumen de actividades para 1964, el año en que la novela de Vargas Llosa generó la reacción airada de militares y autoridades del CMLP, menciona que a la ceremonia de clausura del año académico asistió el presidente Fernando Belaunde Terry, un gesto que no era habitual. ¿Se trató quizás de un intento por respaldar al CMLP en medio de la “tormenta” desatada por La ciudad y los perros? Me atrevo a pensar que sí.

La ceremonia central de homenaje a las bodas de plata del CMLP se realizó el 27 de agosto de 1968: ese día hubo un desfile de ex alumnos y autoridades, y una caravana desde el Campo de Marte hasta el local del colegio. El día anterior la Cámara de Diputados había saludado al CMLP “por su brillante trayectoria y gloriosa tradición”. Pero algo se estaba cocinando al interior de las fuerzas armadas y algunas pistas, probablemente imperceptibles para la mayoría de lectores, se filtraron en el libro conmemorativo. Un artículo del General (r) Juan Mendoza Rodríguez, ex director del CMLP entre 1945 y 1948, contenía juicios que anticipaban lo que vendría muy poco después: “Los colegios militares constituyen una reacción del Estado para dar una nueva técnica a la educación pública, a base de un mayor esfuerzo y de una certera orientación nacionalista (…) a través del sistema de enseñanza y de la publicación de libros de texto escolar, destinados a superar las obras existentes y desplazar a las editoriales extranjeras introducidas en el país con fines de lucro, que trafican con la buena fe de la juventud peruana” (p. 201, énfasis mío). El libro de homenaje al CMLP se terminó de imprimir en setiembre de 1968. Sólo unos días más tarde, el 3 de octubre, se produjo el golpe de estado que depuso a Belaunde y llevó al poder al general Juan Velasco Alvarado, cuyo retrato aparece en la página 13 del libro-homenaje en su condición de Comandante General del Ejército. Y en 1969, el propio general Mendoza Rodríguez sería nombrado Presidente de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.

Muchas cosas cambiaron en el Perú a partir del 3 de Octubre de 1968, algunas de manera drástica e irreversible. ¿Se puede decir lo mismo sobre el CMLP?

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