Cuando Vargas Llosa descubrió Seix Barral

Sin imaginarse que un día habría de ganar el premio Biblioteca Breve de la editorial catalana y que sus libros serían publicados por ella, el todavía joven estudiante Vargas Llosa empezó a leer y admirar los títulos de Seix Barral durante el año académico que pasó en España entre 1958 y 1959. Es posible que haya tenido noticia de alguno de sus libros cuando todavía vivía en Lima, pero no hay evidencia de ello. Algo más probable es que, cuando estuvo en París en 1958 -y, escribió en El pez en el agua, hacía diariamente un “recorrido  de iglesias, galerías y librerías de acuerdo a un minucioso plan”, incluyendo las del Barrio Latino-, ingresara en la mítica Librairie Espagnole y hojeara algún volumen de Seix Barral. O de repente los vio en el escaparate de alguna librería de Barcelona, ciudad en la que estuvo apenas un fin de semana de paso hacia Madrid, a comienzos del otoño de 1958, pero lo único que sabemos es que, con Julia Urquidi y Luis Loayza, caminaron por la Rambla, comieron paella, visitaron algún museo y asistieron a una corrida de toros.

Pero después de vivir algunos meses en Madrid y recorrer sus librerías ya estaba lo suficientemente familiarizado con el mundo editorial español y, en particular, con los títulos de Seix Barral, como para recomendarlos entusiastamente a su amigo Abelardo Oquendo. Este le había pedido que le enviase libros desde España, por lo que en una carta del 8 de marzo de 1959 Vargas Llosa le hizo llegar el siguiente reporte (énfasis mío):

Respecto al asunto de los libros, dime cuáles quieres. Ahora tengo plata. No vale la pena comprar traducciones, pudiendo conseguirlas en editoriales argentinas, porque los traductores suelen ser malos e infieles. Te aconsejo clásicos. También algunas ediciones de Espasa Calpe, como La decadencia de occidente. La Revista de Occidente tiene también cosas que valen la pena, como las obras completas de Ortega, encuadernadas en tela. De los escritores de hoy en España vale la pena comprar a Blas de Otero, Goytisolo, Fernández Santos (este es excelente). Hay una editorial catalana -Seix Barral- que presenta espléndidamente los libros. Ha traducido, bien, a Robbe-Grillet, Marguerite Duras, Michel Butor, los novelistas “objetivos”, que están de moda en Francia: solo el último me parece muy bueno. Yo puedo hacer compra de libros con descuento en varias librerías -10 y 15% por tener el carnet de Cultura Hispánica, y en los libros editados por esta 25%. Así que dime qué libros quieres, por lo menos qué autores. Lo que más abunda -a veces son los mejor editados- son los libros de crítica. Yo te los voy comprando y cuando me falte plata te los cobro. Si quieres libros de la editorial Planeta, pídemelos al instante porque tengo que ir a Barcelona a cobrar el premio [el Leopoldo Alas, por Los jefes] y comprándolos en la misma editorial son más baratos.

Vargas Llosa menciona a Goytisolo sin aclarar si se trata de Juan o Luis. El primero era más conocido y había publicado ya cinco novelas –Juegos de manos (Destino, 1954), Duelo en el paraíso (Planeta, 1955), El circo (Destino, 1957), Fiestas (Emecé, Buenos Aires, 1958) y La resaca (Club del libro español, París, 1958)-  a las que Vargas Llosa más tarde consideraría, junto con La isla (1961), las mejores que escribió, pues “mostraban un realismo voluntarioso, transparente, bien trabajado, y una intención crítica que daba en el blanco” (El País, 17 de junio de 2017). Pero Luis acababa de publicar Las afueras, novela ganadora de la primera edición del Premio Biblioteca Breve de 1958 y que fue publicada por Seix Barral a fines de ese año: es posible que la noticia de la aparición de un libro premiado por una editorial que ya había descubierto y le gustaba lo hubiera incitado a buscar y leer la novela de Luis Goytisolo. Blas de Otero, el único poeta en la lista de autores recomendados, había publicado hacia 1959 media docena de títulos. Y Jesús Fernández Santos había publicado las novelas Los bravos (Castalia, 1954) y En la hoguera (Arión, 1957) y el libro de relatos Cabeza rapada (Seix Barral, 1958).

Tanto Cabeza rapada de Fernández Santos como Las afueras de Goytisolo y los libros de los otros autores publicados por Seix Barral que menciona Vargas Llosa aparecieron en la colección Biblioteca Breve que Carlos Barral había creado en 1955. Según el libro conmemorativo del centenario de la editorial (2011) la colección “se preocupó de importar a España las corrientes europeas más renovadoras, como fue el caso del nouveau roman francés y de multitud de futuros clásicos como Cesare Pavese, Italo Svevo, Vittorini o Robert Musil … Entre los primeros autores en incorporarse al catálogo estuvieron Henry Miller, Marguerite Duras, Carson McCullers, T.S. Eliot y Max Frisch”. De los autores mencionados por Vargas Llosa se habían publicado ya hacia marzo de 1959 La doble muerte del profesor Dupont (1956), El mirón (1956) y La celosía (1958) de Alain Robbe-Grillet; El square (1957) y Días enteros en las ramas (1957) de Marguerite Duras; y El empleo del tiempo (1958) de Michel Butor, a quien había conocido personalmente en París en 1958.

Los comentarios de Vargas Llosa, como puede notarse fácilmente, iban más allá de la simple recomendación de autores y títulos: también evidencian el gusto por los libros, tanto en su presentación física como en el cuidado de la edición. Menciona, por ejemplo, que las obras de Ortega y Gasset estaban “encuadernadas en tela”, que los libros de crítica literaria solían ser “los mejor editados” y que los de Seix Barral eran presentados “espléndidamente”. En efecto, aunque se trataba por lo general de ediciones en rústica, los libros de Biblioteca Breve venían encuadernados con costuras y sus portadas, con solapas, estaban protegidas por sobrecubiertas ilustradas con notables fotografías en blanco y negro. El cuidado que ponía Seix Barral en sus ediciones no pasó desapercibido para el joven aspirante a escritor. Apenas unos años después esa editorial catalana que tanto le había impresionado lo incorporaría a su catálogo y lo catapultaría a un lugar central de la literatura de su tiempo.

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