Vargas Llosa en La Bibliothèque de la Pléiade

Mario-Vargas-Llosa.-OEuvres-romanesques_int_carrousel_news

MVLL_La Pléiade_2 tomos

El 24 de marzo de 2016 se pusieron a la venta en Francia los dos tomos de obras de Mario Vargas Llosa en la famosa colección La Bibliothèque de la Pléiade de la editorial Gallimard. Corresponden a los volúmenes 610 y 611 de dicha colección, creada en 1931, que a la fecha ha publicado títulos de más 200 autores. Son volúmenes impresos en papel biblia y encuadernados en cuero flexible, cada uno conteniendo aproximadamente entre 1,500 y 1,800 páginas. Los bibliófilos pueden leer aquí un interesante reportaje ilustrado sobre el proceso de elaboración de esos tomos y aquí una breve semblanza histórica a cargo de Christian Moire. La combinación del trabajo serio de investigación en la preparación de los volúmenes (aunque hay que mencionar que dicha seriedad no siempre se mantiene al mismo nivel) y las características materiales de las ediciones los convierten en objetos deseados por críticos literarios, lectores ordinarios, coleccionistas y no pocos fetichistas del libro. (Para mi gusto, y aunque se trata de volúmenes de indudable calidad y de una producción material casi impecable, el tamaño del libro y de la tipografía empleada resultan demasiado pequeños).

Un lugar común que se ha repetido en la prensa a lo largo de las últimas semanas sugiere que esta publicación marca la entrada de Vargas Llosa en el “Olimpo” de la literatura universal, un concepto del que no me hago eco pues revela un recurrente euro- o galo-centrismo (¿quién decide qué autores integran ese “Olimpo”? Según Stéphane Michaud, editor general de los dos volúmenes, la iniciativa de incluir a Vargas Llosa en La Pléiade fue del propio Antoine Gallimard, el director general de la editorial. No fue una decisión tomada por un comité de especialistas, mucho menos uno internacional). No intento disminuir, por supuesto, la importancia de ser publicado en dicha colección, más aún cuando Vargas Llosa es el primer escritor vivo no francés en ver sus trabajos publicados en La Pléiade. Solo otros dos autores latinoamericanos están incluidos, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, y aunque esos volúmenes aparecieron después de sus respectivos fallecimientos, es importante aclarar que el proceso de preparación de sus obras para la publicación en La Pléiade empezó cuando aún estaban vivos: Paz firmó contrato con Gallimard en 1994 y Borges colaboró extensamente con su editor, Jean-Pierre Bernés, en la preparación de los dos volúmenes que aparecerían en 1993 y 1999 respectivamente (y que luego generarían una gran controversia cuando su viuda, María Kodama, se opuso a su reimpresión por considerar que contenían errores y alteraciones inaceptables. La nueva edición apareció finalmente en 2010).

La PléiadeEstantería de La Pléiade en el Festival del Libro de París (Fotografía: Dánae Rivadeneira)

LaPléiade
Algunos volúmenes de la colección La Pléiade (Fotografía: Le Figaro)

Como él mismo ha contado en numerosas oportunidades, aparte de su admiración por la cultura y literatura francesas, el escritor peruano tiene una debilidad -como lector y como bibliófilo- por esos volúmenes encuadernados en piel y que, como puede verse en la imagen anterior, tienen diferentes coloraciones según la época en que vivieron los autores. En el prólogo a la edición de sus novelas en La Pléiade Vargas Llosa escribe lo siguiente:

Los volúmenes de la Pléiade, que acostumbré desde joven a regalarme en todos mis cumpleaños, que atestan mi biblioteca y que están muchos de ellos –los de Balzac, Stendhal, Zola, Baudelaire, Rimbaud, Proust, Valéry, Michelet, Malraux y tantos otros– leídos, releídos y anotados, han representado para mí, en cierto modo, el canon de la literatura, aquel territorio al que acceden solo las obras literarias que han superado la prueba del tiempo y han quedado definitivamente consagradas como dignas de formar parte de esa biblioteca ideal, siempre joven y siempre renovada, con un mensaje vivo para los lectores de todos los tiempos, en todas las lenguas y en todas las culturas.

[Al parecer, Vargas Llosa no quiso recordar en esta ocasión que los primeros volúmenes de La Pléiade que tuvo en su biblioteca fueron un regalo de su primera esposa, Julia Urquidi].

El propio Vargas Llosa seleccionó los títulos a ser incluidos en los dos tomos de La Pléiade. En el primero están La ciudad y los perros, La casa verde, Historia secreta de una novela, Conversación en La Catedral y La tía Julia y el escribidor. Sorprende la inclusión de Historia secreta de una novela, un texto de no ficción; para mi gusto, debió incluirse Los cachorros y Pantaleón y las visitadoras.

MVLL_La Pléiade_I

En el segundo tomo están La guerra del fin del mundo, La fiesta del Chivo, El paraíso en la otra esquina y Travesuras de la niña mala. La elección de estas dos últimas novelas obedece probablemente al deseo de presentar una selección que cubriera un periodo más extenso, pero también al hecho de que la primera trata de dos personajes franceses (Flora Tristán y Paul Gauguin) y la segunda contiene un capítulo que transcurre en París en los años sesenta. Yo hubiera preferido ver Historia de Mayta entre las novelas seleccionadas en este segundo grupo.

MVLL_La Pléiade_II

El tomo I contiene, además, un breve prólogo de Vargas Llosa resumiendo su relación intelectual y afectiva con Francia y su cultura, y una introducción general de Stéphane Michaud. Cada tomo contiene también una cronología del autor: desde sus antepasados coloniales hasta 1977 en el tomo I, y desde 1978 a 2016 en el tomo II. Cada novela viene acompañada de una “Noticia” en la que se reconstruye la historia del manuscrito y se presenta información y análisis que ayudan a contextualizar tanto la novela como su redacción y recepción. Además, también se incluye una serie de “Notas” para definir o aclarar palabras, nombres, lugares o eventos con los que el lector francoparlante podría no estar familiarizado. Todas las traducciones al francés incluidas en estos tomos de La Pléiade han sido revisadas respecto a las anteriores ediciones en ese idioma.

La ciudad y los perros en La Pléiade

La relación de La ciudad y los perros con Francia y especialmente París es muy cercana: fue allí donde Vargas Llosa terminó de escribir la novela, hizo gestiones para publicarla, conoció a Carlos Barral, se enteró de que había recibido el Premio Biblioteca Breve y, en noviembre de 1963, recibió los primeros ejemplares de la novela impresa. [Sobre los años de Vargas Llosa en París se puede consultar textos de Stéphane Michaud, Claude Couffon, y Claude Fell]. En junio de 1965 el artista y poeta argentino Eduardo Jonquières, amigo cercano de Julio Cortázar, publicó una reseña de la edición española de La ciudad y los perros en la revista Mercure de France. La primera edición en francés, traducida por Bernard Lesfargues, fue publicada en 1966 por la editorial Gallimard dentro de la colección La Croix du Sud dirigida por Roger Caillois.

La ville et les chiens_Gallimard

La novela tuvo una buena recepción en Francia. Fue reseñada por el novelista catalán Juan Goytisolo (“L’ecole des males“, Le Nouvel Observateur, No. 89, 27 de julio de 1966) y por el hispanista francés Jacques Fressard (“Adolescents en uniforme”, La Quinzaine Literaire, No. 13, 1 de Octubre de 1966). Luego sería publicada varias veces en formato de bolsillo en la colección Folio de Gallimard. Aquí reproduzco las portadas de algunas de esas ediciones:

La ville et les chiens_Folio_3

La ville et les chiens_Folio_4

La ville et les chiens_Folio_2  La ville et les chiens_Folio_1

La “Noticia” que acompaña La ciudad y los perros en la edición de La Pléiade contiene pocas novedades. Los autores (Albert Bensoussan e Ina Salazar) han utilizado información del archivo de Vargas Llosa en Princeton, de la correspondencia entre Vargas Llosa y Sebastián Salazar Bondy y de fuentes secundarias, incluyendo la edición conmemorativa de 2012 y los ensayos que la acompañaron. Michaud pasó cuatro semanas revisando los documentos de Vargas Llosa en Princeton, un lapso a todas luces insuficiente para recopilar toda la información pertinente para un proyecto de esta envergadura, como el propio Michaud ha admitido. La única comparación más o menos sistemática que se hace entre las diferentes versiones del manuscrito tiene que ver con las primeras líneas de la novela (pp. 1719-1720). También se ofrecen algunos apuntes sobre los cambios en el personaje del Teniente Gamboa para ilustrar el proceso de maduración de la novela. El lector, sin embargo, se queda con la impresión de que se pudo haber aprovechado mejor la riqueza de los materiales de Princeton.

Michaud no parece haber revisado exhaustivamente la correspondencia de Vargas Llosa durante esos años, en particular las cartas de Carlos Barral y Manuel Scorza, sus editores en Barcelona y Lima, tan reveladoras de aspectos centrales en la historia de la novela. Las negociaciones con la censura se resumen apretadamente, sin entrar en demasiados detalles y utilizando información que presenté en mi artículo de Libros & Artes y en Biografía de una novela (ver p. 1724). El largo párrafo (p. 1726) sobre la recepción de la novela en el Perú (desde la llegada de ejemplares de la edición de Seix Barral hasta la publicación de la edición de Populibros y los problemas con los militares) no tiene ninguna referencia bibliográfica o de archivo, pese a que incluye una cita textual del General José del Carmen Marín. Todo indica que tomaron esta información de mi libro pero no lo citaron. Bensoussan y Salazar reiteran la historia de la quema de 1,000 ejemplares de la novela sin hacer la salvedad de que dicha quema ha sido puesta en duda por diversos estudiosos. También se refieren (p. 1725), utilizando información de la correspondencia con Salazar Bondy, al episodio de confiscación de ejemplares de la novela en Barcelona a raíz de la inclusión de una fotografía del Colegio Militar Leoncio Prado (para más detalles de este incidente y sus consecuencias tanto en España como en el Perú, ver Biografía de una novela, pp. 176-182).

La “Noticia” se ocupa luego de la recepción de la novela en España y América Latina, así como de las sucesivas traducciones a otras lenguas, y presenta observaciones sobre la manera como ilumina una serie de aspectos de la experiencia humana (la violencia, la vida urbana, la adolescencia o el machismo) y las técnicas y herramientas literarias que utiliza el autor (el lenguaje, las metáforas, la animalización de los personajes o la diversidad de perspectivas). También se resalta la influencia de Faulkner y la inserción de La ciudad y los perros dentro de la tradición de “novelas de aprendizaje” entre las que se menciona a Los ríos profundos de Arguedas. Esta es la sección más literaria e interpretativa del texto que comento (pp. 1728-1733).

Un error de información y otro tipográfico saltan a la vista: se afirma en la p. 1717 que la primera edición de Los jefes se publicó en Lima en 1959 (como se sabe, fue publicada en Barcelona) y el diario limeño Correo es mencionado como Corres en la p. 1726.

En resumen, y más allá de los detalles anotados anteriormente, se trata de un texto que cumple su propósito de contextualizar tanto la producción y recepción de la novela como su significado dentro de la literatura peruana y latinoamericana de la década de 1960.

Las “Notas” ocupan unas siete páginas (1734-1740) y ofrecen definiciones y aclaraciones sobre determinadas expresiones, lugares o personajes mencionados en la novela: “serrano”, “La Punta”, “marinera”, “cholo” o “chalaco”, por citar algunos ejemplos. También establecen las relaciones entre algunos personajes y situaciones de la novela y la vida del autor. Para el lector francoparlante estos apuntes serán de mucha utilidad.

La traducción de La ciudad y los perros que se ofrece en esta edición de La Pléiade está basada en la original publicada en 1966, a cargo de Bernard Lesfargues, pero ha sido revisada por Albert Bensoussan, Anne Picard e Ina Salazar. Según declaraciones de Salazar se ha afinado la traducción de los peruanismos y al mismo tiempo se ha “refrescado” el francés para hacerlo más actual y más a tono con el habla juvenil francesa de este tiempo.

He revisado el texto de La ciudad y los perros en La Pléiade para determinar si se filtraron o no las erratas que han sido identificadas en las ediciones en español de Seix Barral, Alfaguara o Galaxia Gutenberg, y me es grato reportar que no aparece ninguna de ellas. (Esto no significa, naturalmente, que no existan erratas propias del francés, es decir, no heredadas de las ediciones en español). Por otro lado, sí he podido constatar que en otras novelas de Vargas LLosa en esta edición de La Pléiade ha habido cierto descuido y no se han eliminado erratas clamorosas. Una de ellas es la frase “una indiota con la cara negruzca y llena de lunares”, que aparece en las ediciones de Alfaguara como “una idiota con la cara negruzca y llena de lunares” y que ha sido traducida al francés como “une idiote au visage noirâtre plein de gros grains de beauté” (p. 824) (énfasis míos).

Problemas como los que he mencionado en esta nota, aunque escasos, no dejan de mortificar al lector y, en algunos casos, tergiversan el sentido del texto original. El prestigio de La Pléiade invita a pensar en ediciones absolutamente pulcras y desprovistas de errores, pero está más que comprobado que la perfección editorial no existe. Al mejor casador se le ba la lievre.

 

One response

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *