Las cartas del Delfín

 


Fragmento de una carta de Abelardo Oquendo a Vargas Llosa

Abelardo Oquendo (1930-2018) fue un destacado crítico literario, profesor universitario y promotor editorial: codirigió con Vargas Llosa y Luis Loayza la revista Literatura, de la que publicaron tres números entre 1958 y 1959; colaboró con E. A. Westphalen en Amaru (1967-1971); y codirigió tanto la longeva Hueso Húmero como la editorial Mosca Azul. A lo largo de su dilatada actividad como crítico mantuvo columnas regulares en varios diarios y suplementos culturales. Con Vargas Llosa y Luis Loayza forjaron desde jóvenes una estrecha amistad que se prolongaría hasta la muerte de Oquendo y Loayza en 2018. Sus dos amigos íntimos llamaban a Oquendo “el Delfín”, un apelativo del que el público lector se enteró cuando Vargas Llosa les dedicó a él y a Loayza su novela Conversación en La Catedral (1969).

La correspondencia entre Vargas Llosa y Abelardo Oquendo, archivada en sus respectivas colecciones en la biblioteca Firestone de la Universidad de Princeton, contiene cerca de doscientas cartas cruzadas entre ellos, especialmente entre 1958 y 1974. Se trata de una valiosa fuente de información sobre la vida y obra de ambos, sobre todo Vargas Llosa, y de manera más general sobre la historia cultural y literaria peruana. Oquendo publicó en Hueso Húmero, en 1999, una selección de fragmentos de cartas de la primera época de Vargas Llosa en Europa bajo el título “Cartas del sartrecillo valiente (1958-1963)”.

En mi libro utilicé extensa y provechosamente esta correspondencia para iluminar pasajes de la gestación, publicación y recepción de La ciudad y los perros. Oquendo era el corresponsal más asiduo de Vargas Llosa durante esos años, y a él confiaba sus dudas, avances y logros en el trabajo creativo, a la vez que recibía información sobre las reacciones en Lima luego de la obtención del premio Biblioteca Breve y la publicación de la novela. En el obituario que escribió a la muerte de Oquendo, Vargas Llosa afirmó que “sin las cartas de Lucho [Loayza] y de Abelardo, esas cartas estimulantes, alentadoras, queridísimas, probablemente yo no hubiera terminado nunca mi primera novela, La ciudad y los perros, que escribía y reescribía sin cesar”. En un post anterior reproduje un par de cartas en las que Oquendo y Loayza enviaban a Vargas Llosa sugerencias y observaciones al manuscrito de la novela. Como es de esperarse entre amigos tan cercanos, las cartas intercambiadas entre ellos también tocaban otros asuntos, desde la política nacional hasta cuestiones personales y familiares.

Entre las numerosas cartas de Oquendo a Vargas Llosa hubo un grupo de once que, por decisión de este último, se mantuvieron fuera del alcance de los investigadores hasta diciembre de 2018. Esta era la anotación pertinente en la guía descriptiva de la colección:

The letters of Abelardo Oquendo dated November 11, 1958, August 2, 1962, February 14, June 6, July 3, August 18, September 1, October 13 and 29, December 14, 1964, and January 20, 1965 shall remain closed to the public until December 2018.

Me interesaba consultar las cartas de 1964 y 1965, que pertenecen al período que siguió a la publicación de La ciudad y los perros y podrían quizás aportar datos valiosos sobre su recepción en Lima. Hace poco tuve acceso a la mayoría de esas misivas. Dos de ellas, fechadas el 6 de junio y el 29 de octubre de 1964, sin embargo, no están incluidas en el fólder respectivo. No he podido averiguar las razones por las que, al parecer, se mantienen embargadas.

Unas pocas cartas de este grupo contienen, efectivamente, datos relacionados con la circulación y recepción de La ciudad y los perros en el Perú. No se trata de información particularmente novedosa, pero en ellas encontramos datos que nos ofrecen matices y detalles sobre algunos episodios ya conocidos.

Transcribo a continuación las partes relevantes de esas cartas, acompañadas de comentarios míos que contextualizan la información.

1) Lima, 14 de febrero de 1964
Querido Mario:
A última hora, hoy, me entero que José Matos parte mañana en la mañana para París … Con la premura, no he podido hallar al Scorza para arrancarle los 10 ejemplares de Los jefes que me ha prometido y enviártelos con J.M. Te envío solo un ejemplar de Caretas donde César Lévano escribe una crónica sobre tu ilustre persona. Como verás, la bella foto de Julia contigo se la proporcioné yo, así como algunos otros datos. Le mostré, inclusive, algunas cartas. Tu fama crece por aquí.

José Matos Mar (1921-2015), antropólogo peruano, se hizo amigo de Vargas Llosa en 1958 durante el viaje a la selva en que ambos participaron acompañando al mexicano Juan Comas. Luego de la visita a París que menciona Oquendo, Matos Mar escribió a Vargas Llosa desde Lima el 30 de abril: “Realmente ha sido extraordinario estar con ustedes en París, guardo un recuerdo inolvidable y pienso que deberemos repetir nuestros grandes y formidables programas de fin de semana”. (Matos Mar acompañó a Vargas Llosa, poco después, en el viaje que este hizo a la selva para recorrer lugares en los que situaba episodios de La casa verde, que por entonces estaba terminando de escribir).
Por otro lado, Manuel Scorza había publicado en diciembre de 1963 la primera edición peruana de Los jefes, dentro de la colección Populibros. El 18 de ese mes Vargas Llosa le escribió a Oquendo: “Recibí también Los jefes. No está tan fea la edición y apenas hay erratas. Creo que la supresión de ‘El abuelo’ ha sido acertada. Si lo ves a Scorza dile que por favor me mande algunos ejemplares, sólo me envió uno el muy tacaño”.
El reportaje de Lévano mencionado es “El caso Vargas Llosa. Europa reconoce como gran novelista a este muchacho peruano”, publicado en Caretas, No. 283, 5-14 de febrero de 1964.

Y los 500 ejemplares de La ciudad y los perros vuelan. Los he visto todos juntos en el departamento de Paco Moncloa. Resulta que el muy cobarde del representante de Seix Barral en Lima decidió no venderlos directamente ni ponerlo en las vitrinas. Como Moncloa negocia con libros, vende por teléfono y los envía a las casas, se los dio todos a él: le resultaba más discreto. Todo esto, supongo, por lo de la censura o requisa española, de la que tanto se habló acá (propaganda de Scorza, principalmente). El libro se vende a 90 soles y sale fácil. Y gusta; no encuentro a nadie que no lo elogie entusiasmado. Pero lo malo es que los libreros han decidido romper con Seix Barral. Esta editora, con su representante o socio, han formado aquí la Distribuidora del Pacífico S.A. Como algunas librerías, Mejía Baca entre ellas, habían pedido ejemplares y no se los han dado pese a haber llegado una remesa a Lima, han decidido no comprarle nada más a Distribuidora del Pacífico, es decir, a Barral. Así estaba la cosa hasta hace algunos días. No sé si esto cambie; espero que sí. Con todo, pon sobre aviso a tu editor para que estudie cómo resolver el problema.

El representante de Seix Barral en Lima a quien se refiere Oquendo era Andrés Carbone, administrador de la librería Studium y, según Oquendo y otros, identificado con sectores conservadores de la iglesia. En otra carta Oquendo lo llama “pálido comehostias”. En mi libro (pp. 203-204) aludí a una posible gestión por parte del entorno de Vargas Llosa para que la remesa de 500 ejemplares fuera comercializada no por Carbone sino por Francisco Moncloa, conocido marchante de arte, librero y editor. Sin embargo, la carta de Oquendo sugiere que fue el propio Carbone quien, para no comprometerse en la venta de un libro supuestamente contrario a los valores religiosos que él defendía, entregó el lote a Moncloa.
Hacia mediados de marzo llegó una segunda remesa de 500 ejemplares que sí se comercializaron a través de librerías y que, según la exagerada versión de Carlos Barral, se vendieron “en pocas horas”. No tengo información sobre las siguientes remesas que con seguridad llegaron a Lima en los meses sucesivos. (Al final de esta nota reproduzco la imagen de una dedicatoria estampada por un hijo a su padre en una copia de la segunda edición de Seix Barral,  seguramente parte de una de las remesas recibidas por Carbone y comercializadas por Moncloa y otros, y que conseguí hace algún tiempo en una librería de viejo en Lima).
En una carta del 1 de agosto de 1964 Moncloa le escribió a Vargas Llosa: “Necesito unos 100 ejemplares más de tu novela. ¿Cómo puedo hacer para tenerlos en el plazo más corto?”.

Te dije ya que el comentario de tu libro en Expreso se lo encargué a Escobar. El muy conchudo se mandó mudar a Puerto Rico llevándose el libro y sin dejar el comentario. Espero que me lo remita de allá. Me explico esta mala conducta por cuanto, cuando partió, el libro no había aún llegado y él te había incluido en el programa del curso sobre novela peruana que va a dictar en la Universidad portorriqueña.

Apenas recibido el libro, a comienzos de diciembre de 1963, y luego de mostrarlo a algunos amigos comunes (Moncloa, Blanca Varela y otros), Oquendo le entregó su ejemplar a Alberto Escobar para que escriba una reseña y, de ese modo, según le dijo a Vargas Llosa, evitar que fueran solo los amigos (Salazar Bondy, Oviedo, el propio Oquendo) quienes se ocuparan de comentar la novela. Escobar finalmente publicó su reseña, con el título “Impostores de sí mismos”, en la Revista Peruana de Cultura, No. 2, julio de 1964.

¿Te conté que estuve con Reid? Una sola vez, comiendo en mi casa, con JMO [José Miguel Oviedo]. Había ya estado con SSB [Sebastián Salazar Bondy] y muchas otras personas. Me resultó muy simpático el gringo y muy desenvuelto para ser inglés.

Alastair Reid, crítico, poeta y traductor escocés afincado en Nueva York, fue  autor de uno de los comentarios incluidos en la contraportada de las primeras ediciones de La ciudad y los perros y que luego se reprodujo, algo abreviado, en la edición en inglés publicada en 1966. Reid fue un entusiasta difusor de la novela. Fue él, por ejemplo, quien la mencionó por primera vez a José Donoso y luego gestionó el envío de un ejemplar al novelista chileno.

P.S. Ya cobré todo lo de Scorza. El muy comerciante me descontó “Los timbres de ley”.

Oquendo se refiere a los derechos de autor que le correspondían a Vargas Llosa por la edición de Los jefes en Populibros.

2) Lima, 18 de agosto de 1964
Me contó SSB esta misma mañana que Miguel Scorza recibió una llamada del Director actual del Leoncio Prado. Sabe ya que Populibros ha comprado los derechos de La ciudad…. y trata de evitar que se lance una edición económica y numerosa de la novela. Informado Manuel, viene volando a Lima para decidir el asunto. Por teléfono, desde Grecia, opina que todo debe seguir adelante, que él dirigirá la campaña publicitaria, que nada mejor que el escándalo. Veremos qué piensa aquí y qué cosa pasa. Para colmo, el libro saldría durante la semana leonciopradina.

Manuel Scorza pasó una temporada en Grecia a mediados de 1964, y desde allí siguió de cerca el proceso de producción de la edición peruana de La ciudad y los perros. El 16 de agosto le escribió a Vargas Llosa: “Aunque digna por su seriedad de la trascendencia de tu libro, la campaña tiene que ser publicidad … Una campaña que se limitara exclusivamente a reproducir críticas sería tal vez para el medio peruano un poco fría”.
La idea de que, según Oquendo, para Scorza “nada [es] mejor que el escándalo”, es consistente con la manera cómo Scorza había manejado la publicidad de Los jefes, pero lo cierto es que tanto Oquendo como el propio Vargas Llosa pensaban lo mismo: ambos consideraron que sería “formidable”, por razones publicitarias, que los cadetes del Leoncio Prado atacaran las librerías donde se vendía el libro, un rumor que no llegó a confirmarse.
La “semana leonciopradina”, organizada para conmemorar el 25o. aniversario de fundación del colegio, tuvo lugar entre el 24 y el 29 de agosto de 1964 y culminó “con el tradicional baile en el Country Club de Lima y la elección de la Reina de los cadetes para el año 1964-65” (La Crónica, 26 de agosto de 1964). El lanzamiento de la edición de Populibros ocurrió el 1 de septiembre, unos pocos días después de esa celebración.

3) Lima, 1 de setiembre de 1964
Aquí ha aparecido ya tu novela en Populibros. La propaganda es mesurada y no alude provocativamente al Leoncio Prado. Correo ha publicado, republicado sin decirlo, en dos partes, el comentario de Escobar. Como ya lo conoces, no te lo envío. Pero con ésta van otros recortes.

La edición de Populibros apareció el 1 de setiembre de 1964, el mismo día de esta carta de Oquendo. Las dos partes del artículo de Escobar aparecieron en Correo el 31 de agosto (“Vargas Llosa. Un novelista apasionado”) y el 1 de setiembre (“Vargas Llosa y la condición turbadora”). Esta “republicación” fue hecha, sin duda, para coincidir con el lanzamiento de la edición de Populibros.
Según Oquendo la publicidad inicial de la edición de Populibros fue “mesurada”. De hecho, los avisos publicitarios de Populibros no hacían referencia a los aspectos más ásperos de la novela o a las reacciones de los militares. Con todo, el “escándalo” alrededor de la novela, que ya había empezado con la publicación de la edición española, se acentuó luego de la edición peruana en la forma de denuncias, insultos, amenazas y, sobre todo, la historia sobre la supuesta quema de ejemplares en el patio del Leoncio Prado.

Con José Matos, que ha viajado a un congreso en España y que luego irá a París, te mando unos ejemplares de una nueva revista, Visión del Perú. Washington Delgado comenta allí La ciudad… Omito detalles, pues te acompaño “La Quincena” donde algo digo sobre el asunto y el artículo de Oviedo al que me refiero en ella.

La reseña de Washington Delgado apareció en Visión del Perú, No. 1, agosto de 1964. La copia que consulté en el archivo de Vargas Llosa tiene anotaciones del escritor que revelan sus discrepancias con algunas observaciones de Delgado. Por ejemplo, este escribió: “una novela está bien escrita, pareció decir [Vargas Llosa], cuando sus doctrinas e intenciones se limitan al campo literario”. El novelista anotó al margen: “Jamás dije semejante estupidez”.
El artículo de Oviedo mencionado es “Tres nuevas cuestiones sobre La ciudad y los perros” (El Comercio Gráfico, 26 de agosto de 1964). En él Oviedo tomó partido por Vargas Llosa frente a las observaciones críticas de Delgado.

Hasta aquí las “últimas noticias” que tenemos sobre la recepción de La ciudad y los perros en Lima gracias a estas cartas de Oquendo recientemente puestas a disposición de los investigadores. Como ha ocurrido con otros epistolarios de escritores peruanos y latinoamericanos, confío que algún día se pueda publicar, si no todas, al menos una selección de esas cartas.

 

 

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