José Donoso sobre La ciudad y los perros

 

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Hace unos meses se publicó, con el título de Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965, una selección de los diarios que el escritor chileno mantuvo a lo largo de esos años. Los 80 cuadernos que Donoso depositó en las bibliotecas de las universidades de Iowa y Princeton constituyen -junto con su correspondencia- una fuente riquísima para estudiar las relaciones entre el autor y su obra pero también sus lecturas, obsesiones, temores y manías, tanto literarias como personales.

En una entrada del 6 de mayo de 1964, refiriéndose al proceso de escritura de El obsceno pájaro de la noche, probablemente su novela más ambiciosa y conocida, anotó lo siguiente: “Tengo que incorporar a esto mucho de lo que escribí para Humberto el año pasado, pero discretamente. Esto hay que repasarlo mucho todavía. Buscar más anécdotas, llenar esto de anécdotas, de acción. Leer a Vargas Llosa con mucho cuidado. Releer a Sabato y a Cortázar” (p. 598, énfasis agregado).

Se refería, naturalmente, a La ciudad y los perros, novela de la que tuvo noticia en 1963 a través del crítico inglés Alastair Reid, quien fue autor de uno de los comentarios incluidos en la contratapa de la novela: “Alastair Reid pasó por Santiago y en mi casa de Los Dominicos, una noche, me habló por primera vez de Mario Vargas Llosa y de su extraordinario talento. Me aseguró que La ciudad y los perros era una gran novela, y el autor un ser excepcional aunque muy joven todavía” (Donoso, Historia personal del boom, Alfaguara, 1998, pp. 84-85). Reid gestionó ante la editorial Seix Barral el envío a Donoso de un ejemplar de la novela, que por entonces todavía no circulaba comercialmente en Santiago de Chile.

El 16 de junio de 1964 Donoso escribió en su diario unos apuntes sobre “¿Cómo sería un curso mío sobre la novela hispanoamericana de hoy?” dividido en cinco clases. La quinta estaría dedicada a La ciudad y los perros, que por entonces ya había leído. El esquema de esa clase sería el siguiente: “Hacia un humanismo integral en la novela. El truco transformado en maestría. Metafísica y sociología son inseparables. El uso consciente de los símbolos: hacia la unidad. Imaginación medida” (Diarios tempranos, p. 89). Dos días después, en una lista de tareas pendientes, anotó: “Debo buscar alguna parte para enviar el artículo casi hecho que tengo sobre Vargas Llosa, a Ercilla no por el asunto de Fernando Rivas” (Diarios tempranos, p. 456). Si bien, según se desprende de las notas de la editora de Diarios tempranos (pp. 398-404), Donoso tuvo un desencuentro con Fernando Rivas Novoa, editor de la revista Ercilla, luego reinició sus colaboraciones con esa publicación. Su reseña de La ciudad y los perros apareció el 16 de septiembre de 1964.

En ella Donoso se refirió a La ciudad y los perros como “la gran novedad literaria que hoy conmueve al público europeo y americano” y a su autor como “el hombre del día en literatura hispanoamericana”. Entre los muchos elogios que le dedicó destaco este: “El espectáculo de Vargas Llosa buscando sus símbolos trascendentes en las más pedestres anécdotas del Colegio Militar, y siendo buscado por ellos, es magnífico. De lo particular de un pololeo o de un rencor entre cadetes o de una envidia surgen los significados sin dejar nunca -y esto es lo extraordinario- de relatar la anécdota reverentemente, sin perderle el respeto, sin dejar nunca de explorar hasta su último rincón el último recoveco”. Y agregó: “el lector sale del libro […] con la conciencia de haber compartido con el autor una experiencia moral, intelectual y estética”.

Reproduzco aquí el texto completo de la reseña:

Donoso volvió a referirse a La ciudad y los perros en su crónica sobre el boom. Allí estampó una afirmación de la que otros luego se harían eco: “Y así como el Premio Biblioteca Breve de Novela de 1962 ‘lanzó’ a Mario Vargas Llosa, es igualmente lícito decir que Mario Vargas Llosa ‘lanzó’ a Seix Barral” (p. 83). Donoso confesó que sentía “una enorme y lícita envidia” por el autor peruano y reconoció que la lectura de La ciudad y los perros representó un gran estímulo para él, sobre todo porque “el peruano jugaba extraños y perturbadores juegos con el punto de vista: experimentaba conscientemente, intelectualmente”. Y agregó:

La ciudad y los perros no tenía absolutamente nada de mágico. Era una novela de factura y de intención preponderantemente intelectual. Y sin embargo, a pesar de que arrasó con tantos tabúes -o quizás a causa de ello-, La ciudad y los perros ha tenido y sigue teniendo un éxito enorme después de diez años (p. 91) […] La lectura de La ciudad y los perros me liberó de las trabas que me encadenaban a un punto de vista estático dentro de la novela (p. 94).

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Donoso y Vargas Llosa se conocieron en 1968 y cultivaron una amistad duradera. Según Xavi Ayén, “Vargas Llosa fue su gran amigo barcelonés […] Los Vargas Llosa y los Donoso pasaron juntos numerosos fines de semana, y llevaban conjuntamente a sus hijos a los títeres, al cine o al teatro” (Aquellos años del boom, p. 429). Cuando Donoso murió en 1996 Vargas Llosa escribió un sentido homenaje: “nos hicimos muy amigos y nunca dejamos de serlo, a pesar de que jamás, creo, estuvimos de acuerdo en nuestros gustos y disgustos literarios”. Vargas Llosa visitó a Donoso en la clínica poco antes de su muerte y allí, según su testimonio, se produjo este intercambio: “‘Henry James es una mierda, Pepe’. Él me apretó la mano para obligarme a bajar la cabeza hasta ponerla a la altura de su boca: ‘Flaubert, más'” (El País, 15 de Diciembre de 1996). Años más tarde, en un comentario al libro Correr el tupido velo, escrito por Pilar, la hija de Donoso, Vargas Llosa diría que “siempre tuve claro que él era un escritor hasta el tuétano, exclusivo y excluyente, cuya vocación prácticamente ocupaba su vida, de la que había terminado por eliminar todo lo que no fuera literatura o le sirviera para sus libros”. En un tono más personal y refiriéndose a la familia Donoso, agregó:

Yo los quise mucho a los dos, y ahora, después de haber leído el libro de la Pilarcita, los quiero más. Entrar a su casa era como entrar a ese simulacro que es la vida de los libros, una vida que no es la real sino su anverso y su sublimación, una vida postiza, de sueño, artificio, apariencia y pose. Pero José Donoso consiguió que su vida fuera eso, la única forma de vida que conocía y amaba, y, por ello, lo que en cualquier otro hubiera parecido evasión, embrollo y pantomima, fue en él vida genuina vivida con la intrepidez y la entrega total de una gran aventura (El País, 2 de Mayo de 2010).

Coda: A los lectores de Donoso les interesará saber que Alfaguara está reeditando, este mismo mes, algunas de sus novelas.

mvll-gabo-donoso_toma2Gabriel García Márquez, Jorge Edwards, Mario Vargas Llosa, José Donoso y el cineasta Ricardo Muñoz Suay (Barcelona, 1974).

(*) Agradezco a Javier Munguía su ayuda para conseguir algunos materiales utilizados en esta nota.

2 responses

  1. Este blog es para mi muy grato haber encontrado. Después de leer “…Biografía de una…” y “The criminals of Lima…” estoy esperando que mi biblioteca universitaria de Lund, Suecia compre más libros de Ud.

    Un saludo cordial

  2. Gracias! Ha sido un gusto leer esta nota y poder además acceder al artículo en el periódico

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