Entrevista a Vargas Llosa en el diario Revolución (La Habana, 1965)

Durante la visita que hizo Vargas Llosa a Cuba, entre enero y febrero de 1965, como jurado del premio de novela de Casa de las Américas, fue entrevistado por Nati Gonzalez Freire para el diario Revolución. La entrevista se publicó en la edición del 3 de febrero de 1965. El autor peruano contestó algunas preguntas sobre sus primeros años de escritor, ratificó su apoyo a la revolución cubana y habló de sus novelas y autores preferidos, así como de aquellos por quienes no sentía ninguna atracción (“Albert Camus me irrita, es un autor viejo, su filosofía es anacrónica”, diría entonces). Vargas Llosa reiteró la historia de la quema de ejemplares de su novela en el Colegio Militar Leoncio Prado y afirmó que se imprimieron 30,000 copias de la edición peruana de La ciudad y los perros, una cifra posiblemente inexacta pero que no descarto del todo, dada la incertidumbre que existe sobre los tirajes de las ediciones de Populibros (ver Biografía de una novela, pp. 212-215). En la transcripción de la entrevista se deslizaron algunas inexactitudes (Vargas Llosa no nació en Piura como allí se afirma y “La huida del Inca”, su primera obra de teatro, fue escrita a los 15 años, no a los 13). De ella dice Vargas Llosa, además, que la hizo “pedazos”: si lo que quiso decir es que destruyó el manuscrito, tampoco se ajusta a la verdad, pues aquel sobrevivió en su archivo.

A continuación transcribo la entrevista completa, en la que he corregido algunas erratas y he puesto en negritas las preguntas para facilitar la lectura.

Mario Vargas Llosa y su obra “La ciudad y los perros”

Jurado de “Casa de las Américas”

Por Nati Gonzalez Freire

Aún no alcanza los 30 años y ya es un escritor extraordinario de las letras españolas. En 1962, el jurado del Premio Biblioteca Breve lo lanza a la expectación mundial al premiar por unanimidad su primera y hasta ahora única novela, La ciudad y los perros. Al año siguiente, 1963, La ciudad y los perros gana otro galardón llegando a finalista del Formentor, uno de los galardones más importantes que se otorgan actualmente en Europa. Vargas Llosa está en Cuba para participar como jurado en el Concurso Casa de las Américas.

¿Por qué si naciste en Perú estudiaste en Bolivia?
-Mi abuelo fue nombrado embajador en ese país y llevó a toda la familia consigo.
¿Cuándo llegaste a Europa?
-En 1958.
¿Cómo?
-Con una beca de la Universidad de San Marcos para la de Madrid.
¿Qué hiciste para pasar a París?
-Escribí a un antiguo profesor mío, Raúl Porras, con quien había trabajado bien y era Ministro de Relaciones Exteriores, pidiéndole una beca. Por cierto, luego, Porras mantuvo una actitud valiente a favor de Cuba en la Conferencia de Costa Rica. Me contestó: “la beca es suya”. Cuando llegué a París, la Comisión de becados me dijo de esperar un mes hasta que llegara la orden de Lima, pero ésta no llegó nunca y yo me tuve que poner a trabajar pues me había gastado el pasaje de vuelta. Fui profesor de la Berlitz, periodista de France Presse, hasta que pasé a la Radio Televisión Francesa, hace ya 4 años. Es un trabajo agradable, de traducciones y crónicas para la América Latina, que me deja muchas horas libres para escribir.
¿Desde cuándo escribes?
-A los 13 años, un grupo de aficionados de Piura, me estrenó La Huida, una pieza que hice pedazos.
¿Por qué?
-Era infame, horrible. Cinco actos sobre un limeño que va a la Sierra y sueña un mito incaico.
¿Tú estudiaste en el Leoncio Prado, no?
-Sí.
Ya sabía, si no, es imposible escribir La ciudad y los perros.
-Para mí fue una experiencia tremenda, un cambio violento en mi vida. Cuando entré allí, yo tenía una vocación clara y siempre me rondaba la idea de que debía escribir sobre aquello.
¿Cómo entraste allí?
-Es que el Leoncio Prado no es un colegio militar sino una escuela de secundaria, dirigida por militares, donde los muchachos salen con el grado de oficiales de reserva y se libran así del servicio militar obligatorio.
¿Cuánto tiempo dedicaste a escribir La ciudad y los perros?
-Unos 3 años.
¿Te cuesta trabajo escribir?
-Mucho. Escribir me deprime, me angustia, me excita. Empleo, como un oficinista, seis u ocho horas al día. Escribo a base de rectificaciones, correcciones. La primera versión de la novela tenía 1,200 páginas hasta que la dejé en las 600 de ahora, que es la tercera versión.
¿Te gusta leer?
-Mucho. Soy un lector voraz, enfermizo desde chiquitico.
¿De qué clase de literatura?
-Novelas de caballería: Tirante el Blanco de Juan Martorell, Las sergas del Esplandián, El caballero de Zifar, Amadís. De Flaubert, todo. Si tuviera que escoger un libro de él, diría: La educación sentimental. También La guerra y la paz de Tolstoi y Alejandro Dumas completo. Los tres mosqueteros es una de las cinco grandes novelas mundiales. Y, desde luego, Sartre; sus ensayos especialmente. Albert Camus me irrita, es un autor viejo, su filosofía es anacrónica. William Faulkner es otro escritor que admiro: una figura cumbre de nuestra época.
¿Y de la nueva novela francesa?
-Me aburre infinitamente. Comprendo que refleja un estado de cosas y es la expresión de una sensibilidad. Sin embargo, son los libros que anulan la distancia entre el lector y la obra los que me hechizan. No concibo la novela si no se le hace inmediata, si no liga al lector.
¿A eso se debe que en La ciudad y los perros estemos siempre sobre una acción?
-Los personajes derivan de los actos: su conducta es la que los define; que la problemática del libro transpire en una acción.
¿Qué procedimiento utilizas para escribir una novela?
-Trazo un plan con los personajes, los episodios, los ambientes, todo bien detallado. Medito sobre ellos durante meses. Escribo una primera versión gigantesca donde agoto todas las posibilidades y después comienzo a decantar.
¿Tienes otra novela?
-Sí, aún inédita, La casa verde. Tiene el doble de páginas que La ciudad y los perros. Me ha llevado unos tres años y medio de trabajo.
¿De Lima?
-No, de Piura, una ciudad al norte de Perú, donde yo nací [sic]. El barrio de los mangaches, especie de indigentes bandoleros, esas son las gentes de esta novela.
¿Cuántos ejemplares se han editado de La ciudad y los perros?
-Unos 25,000 ejemplares por Seix Barral en Barcelona y 30,000 por una edición barata del Perú.
¿Qué repercusión tuvo en Lima?
-El general José del Carmen Marín, jefe del Ejército y fundador del Leoncio Prado, y el general de la Barra han sido mis críticos literarios más severos. En declaración pública de septiembre del 64 me llaman autor procaz y nauseabundo, traidor a la patria, comunista y resentido. También los cadetes modelos del año firman un comunicado conjunto que titulan: “Cuatro espadas de honor de los Institutos Armados se levantan contra una pluma”. Se convocó a una asamblea de ex alumnos que enjuició mi caso y 1,000 ejemplares del libro se quemaron en ceremonia oficial en el parque del Leoncio Prado. Ante esto, la Sociedad de Escritores Peruanos se ha portado muy bien, me ha defendido y ha burlado a los Generales. En mayo vuelvo a Perú.
¿Y la novela ya ha sido traducida?
-A dos idiomas increíbles: el holandés y el finlandés. Ediciones Gallimard prepara la traducción francesa y en Estados Unidos trabajan en la inglesa. Aquí, me acabo de enterar que la han traducido al ruso.
¿Por qué propusiste a Alejo Carpentier para el Premio Internacional de Literatura?
-Me parece un escritor excelente. Los franceses y los norteamericanos lo defendieron mucho y también un crítico danés.
¿Qué obras tú citarías como las importantes de la literatura latinoamericana contemporánea?
Los pasos perdidos de Carpentier, Rayuela de Cortázar, El astillero de Onetti, Yawar fiesta de Arguedas, La región más transparente de Fuentes, El llano en llamas de Rulfo y El aleph de Borges.
-Y entre los peruanos, ¿qué autores salvarías?
-César Vallejo, naturalmente. El Inca Garcilaso de la Vega, Carlos Germán Belli y José María Arguedas.
¿Qué es novela para tí?
-Una forma válida cuando sirve para expresar una realidad inédita que tenga repercusión totalizadora. Eso sí, la novela no es un género paralelo a los grandes acontecimientos, precede o sigue a la apocalipsis. La novela rusa aparece antes de la revolución rusa, la francesa después. La realidad tiene que desaparecer para que la novela la pueda apresar. El surgimiento de la novela latinoamericana actual es índice de un mundo que se tambalea, se acaba.
-De la Revolución Cubana, ¿qué me dices?
-Yo estuve aquí por primera vez cuando la crisis del Caribe. A partir de ese contacto me sentí algo más que solidario, comprometido. A ningún latinoamericano escapa que la Revolución Cubana inaugura la transformación de América. Admiro, además, los saltos geométricos que la Revolución ha dado en la educación y las artes. La política cultural no ha caído en los errores de otros sistemas socialistas, aunque Cuba no es la única en esta amplitud. Aquí veo ediciones de Kafka, de Joyce. Hay poetas herméticos y poetas abstractos. Cuba es un modelo.

 

2 responses

  1. Se siente el tono de Vargas Llosa en la entrevista. Sin embargo, al referirse a Arguedas, es curioso que nombre a Yawar Fiesta y no a Los ríos profundos, que en otras entrevistas ha calificado como su mejor novela. Asimismo, hasta ahora no me imagino a Mario diciendo que escribe «desde chiquitico».

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