Carlos Eduardo Zavaleta y el joven Vargas Llosa


Carlos Eduardo Zavaleta (tercero desde la derecha)
con Julio Ramón Ribeyro y otros escritores (Lima, 1960) (1)

Carlos Eduardo Zavaleta (1928-2011) fue uno de los más destacados narradores de la llamada “Generación del 50” en el Perú. Fue autor de una docena de novelas y numerosos cuentos. En El pez en el agua (Barcelona: Seix Barral, 1993, p. 283) Vargas Llosa lo describió como “un gran promotor de las novelas de Faulkner” y reconoció que fue gracias a él que descubrió al escritor norteamericano, que tanta influencia habría de tener en la trayectoria del Nobel peruano. Zavaleta era unos ocho años mayor que Vargas Llosa, pero coincidieron tanto en los circuitos literarios de la Lima de la época como en su cercanía con el historiador Raúl Porras Barrenechea, para quien ambos trabajaron como asistentes, junto con Pablo Macera, Carlos Araníbar y otros.

En 1987 Zavaleta publicó en la revista Cuadernos Hispanoamericanos (No. 444), un breve ensayo sobre “La obra inicial de Vargas Llosa” que puede resultar de interés para los lectores de este blog. En él Zavaleta reconstruye el ambiente literario y político limeño de la década de 1950, los años formativos de Vargas Llosa. Autores, libros, tertulias y revistas literarias aparecen en esta reminiscencia de Zavaleta. La amistad de Vargas Llosa con Abelardo Oquendo, Luis Loayza, y sobre todo Sebastián Salazar Bondy, es resaltada por Zavaleta: “Juntos, provocaban un intercambio de juicios e informaciones literarias tan brillante como pocas veces se habrá visto en Lima. Conocían al dedillo las novedades y zaherían profundamente, con enorme bisturí, las flaquezas y pequeñeces del arte de escribir en el Perú. Tenían un inagotable espíritu crítico y burlón de la sociedad peruana, un verbo ácido, inconforme, una prosa elegante que buscaba ritmos y sonoridades distintas”.

Carlos E. Zavaleta y Vargas Llosa en 2011 (2)

Sobre la admiración por Faulkner que ambos compartían, Zavaleta cuenta que “a fines de 1985, en un diálogo privado, Vargas Llosa, también faulkneriano desde sus años mozos, celebró que desde muy temprano hubiera yo tenido acceso a una completa bibliografía sobre el maestro y hubiera volcado mi entusiasmo en el libro William Faulkner, novelista trágico (Lima, Universidad de San Marcos, 1959). Con el tiempo, también Alfredo Bryce había señalado que ese libro fue el inicio de un cambio en su propia generación de los años 60. No he podido aspirar a mayor recompensa con esos juicios”.

Zavaleta dedica también algunos juicios generosos a La ciudad y los perros. Luego de subrayar el parentesco de la novela de Vargas Llosa con Los ríos profundos de Arguedas, Crónica de San Gabriel de Ribeyro y Los Ingar del propio Zavaleta, agregó:

El contrapunto de capítulos e historias de La ciudad y los perros, el estilo dinámico, preciso y acezante, el caleidoscopio de sensaciones, el culto a la violencia y el sexo, la interacción de personajes, son las buenas marcas de la independencia del joven escritor que ya no se va pareciendo a nadie. Desde su primera novela, hay en él una mayor preocupación por técnicas narrativas, un mejor contrapunto de escenas y personajes, y aún de moradores distintos, de estilos cambiantes para describir facetas ocultas de la intimidad; hay un diálogo certero, eléctrico, eficaz, y hay una paulativa incorporación de este diálogo a la narración. He aquí, en suma, experimentos y hallazgos del genio del nuevo artista, cualidades que se harán aún más visibles, desde el punto de vista estilístico, en Los cachorros, pequeño y logradísimo libro con el que Vargas Llosa confirma su independencia literaria y su marcha por un camino enteramente propio y muy suyo.

El texto íntegro del ensayo de Zavaleta puede ser leído haciendo click en la imagen que sigue.

(1) Fuente: http://jcoaguila.blogspot.com/2014_08_01_archive.html

(2 La fotografía corresponde a la ceremonia de otorgamiento de la Medalla de Honor Sanmarquina a Mario Vargas Llosa, el 30 de marzo de 2011. Zavaleta fue el encargado de pronunciar el discurso de orden en dicha ceremonia. Su muerte ocurriría menos de un mes más tarde.

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