Entrevista a Vargas Llosa en Granma (La Habana, 18 de enero de 1966)

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Mario Vargas Llosa estuvo en Cuba en cinco oportunidades entre 1962 y 1971. La tercera visita ocurrió en enero de 1966, hace poco más de cincuenta años, cuando asistió como observador a la famosa Conferencia Tricontinental, cuyo documento final incluyó, entre otras declaraciones, la defensa de la lucha armada como forma de lucha legítima para garantizar el “derecho inalienable de los pueblos a la total independencia política”.

Durante esa visita a Cuba el escritor peruano fue entrevistado por Bernardo Callejas para el periódico del Partido Comunista de Cuba, Granma. La entrevista giró sobre todo alrededor de temas literarios, con algunas referencias más bien generales a la relación entre los escritores y los problemas sociales. Vargas Llosa reiteró, de manera más bien somera, su defensa de la creación literaria por encima de las consignas ideológicas y políticas: “Creo que la obra literaria absolutamente premeditada, tiende a matarse. El artista debe darle salida al elemento espontáneo, al genio creador”.

Llama la atención la ausencia total de referencias concretas al proceso revolucionario cubano o a otras cuestiones políticas, como si hubiera sido explícitamente acordado que se hablaría principalmente de literatura. Solo al final, en un apunte del entrevistador, se dice que Vargas Llosa hizo “comentarios elogiosos” a Cuba, un país donde “siempre se siente a gusto”, pero sus opiniones directas no aparecen registradas en la entrevista.

Transcribo a continuación el texto completo de la entrevista, cuya versión en PDF podrán descargar aquí:

Entrevista con Mario Vargas Llosa

por Bernardo Callejas

Granma, 18 de enero de 1966

Se trata de uno de los éxitos literarios más importantes ocurridos en América Latina durante los últimos años. La ciudad y los perros, del escritor peruano Mario Vargas Llosa, obtuvo el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, y desde entonces, hace dos o tres años, han llovido las traducciones, los comentarios entre sorprendidos y admirados de la crítica, las reediciones (en España van por la sexta), incluso los intentos de imitación.

Escritores como Carlos Fuentes (y este juicio del autor de Las buenas conciencias es de los que se pueden compartir), han señalado que Carpentier, Cortázar y Vargas Llosa, con sus diferencias estilísticas, dan la medida de un resurgimiento de la novela latinoamericana, o si se quiere, de una nueva etapa más rica en universalidad y lenguaje. Hasta la reaccionaria revista Cuadernos Hispanoamericanos, que se edita en París por intelectuales asustadizos y que por supuesto no puede compartir las formidables críticas de Vargas Llosa a la sociedad peruana actual, cita a este escritor como uno de los valores más importantes con que cuentan hoy las letras hispanoamericanas.

Vargas Llosa, que ya estuvo el año pasado en nuestro país para asistir como Jurado en el Premio Casa de las Américas, ha regresado a Cuba, participando esta vez en la Conferencia Tricontinental, en calidad de observador. Aprovechando la feliz ocasión, le entrevistamos. El diálogo fue así:

PREGUNTA: Se ha dicho que La ciudad y los perros abunda en cierta crudeza, sobre todo en varios pasajes sobre la vida de los cadetes en el colegio “Leoncio Prado”. Partiendo de esto o en términos generales, ¿qué cree usted sobre la validez de este tema, la crudeza, en la literatura? ¿Cuáles son sus límites y momentos?

RESPUESTA: Hay dos maneras de examinar el problema de la literatura: una, desde el punto de vista social, lo que representa la literatura para la sociedad. Otra, desde el punto de vista de la creación resultado de un individuo determinado. No siempre coinciden. Le hablaré, entonces, de lo que representa la literatura para el escritor.

La literatura, para mí, es fundamentalmente la representación de la realidad. La realidad no es moral ni inmoral; es lo que uno va a hacer de ella lo que determina la moralidad. Nada de lo que puede ocurrir en la realidad está vedado para la literatura. El escritor no puede renunciar a ese derecho de trasladar a la literatura todo aquello que constituye la vida sin poner en peligro su esencia. Por otra parte, la necesidad de escribir está relacionada con carencias, con “huecos” que se quieren compensar o llenar.

Yo no creo que haya crudeza en la literatura. Lo que ocurre es que una novela, llena de buenas intenciones, puede dar una impresión de crudeza porque se ha escrito de manera incoherente, dándole al tremendismo un relieve y una preponderancia que dentro de la realidad no tienen. O sea, la impresión de tremendismo la brinda la falta de rigor.

PREGUNTA: ¿Cuál es, para usted, la significación del lenguaje en la literatura?

RESPUESTA: Creo que en la novela -que es la forma literaria que más conozco- existen tres elementos. El primero es la materia, el sector de la realidad que el novelista desea expresar. Puede ser el problema de los obreros azucareros de tal región o un problema que sucede tres mil años atrás, o tres mil años después de este momento. La estructura, que es el segundo elemento, es la forma como se organiza esta materia, esta realidad, como se le distribuye o reparte.

Por último, tenemos el lenguaje, que debe estar en correspondencia con la materia y la estructura. En principio, no se puede condenar ningún tipo de literatura. En el caso concreto de los escritores realistas se recurre a la única fuente válida en este caso: el idioma de la calle, pero no de una manera mimética o fotográfica, hay que someterlo a una serie de transformaciones. El problema fundamental del lenguaje dentro de la literatura es vitalizar la materia que uno pone en movimiento.

PREGUNTA: ¿Se incluye usted entre los escritores realistas?

RESPUESTA: Por supuesto.

PREGUNTA: La situación actual de América Latina, social, cultural… ¿Qué problemas le plantea al escritor?

RESPUESTA: Yo creo que el resurgimiento o nacimiento de una literatura hispanoamericana importante es un síntoma de que se avecinan verdaderos cataclismos, grandes cambios en América Latina. Siempre, cuando las sociedades están a punto de descalabrarse, surge una gran literatura. No creo que se pueda trazar una conducta o un método para los escritores latinoamericanos en este problema, lo que se les puede pedir es que se manifiesten con la mayor veracidad, que no confundan los medios con los fines.

PREGUNTA: O sea, veracidad equivaldría según usted a…

RESPUESTA: A expresar esta realidad tumultuosa, múltiple, a través de la experiencia personal, con el máximo de realidad, volcando pesadillas, sueños o ambiciones, todo. No hay que hacer una literatura igual. Existen varios niveles: el realismo, lo fantástico, etc.

PREGUNTA: ¿Y sobre la premeditación?

RESPUESTA: Creo que la obra literaria, absolutamente premeditada, tiende a matarse. El artista debe darle salida al elemento espontáneo, al genio creador. La permanencia del arte es más grande cuando dicho arte coincide con la realidad.

PREGUNTA: Y desde ese punto de vista… ¿En qué se aplicaría la fuerza consciente del escritor?

RESPUESTA: En el problema de la estructura, en lo formal. No en la materia misma de creación. Si se quiere denunciar la explotación de los mineros, por ejemplo, basta con ser fiel a la realidad. Si la obra de arte no vive por su cuenta, no subsistirá.

PREGUNTA: ¿Qué últimas reacciones ha habido sobre La ciudad y los perros?

RESPUESTA: Le contaré una muy curiosa. Hace poco estuve en Lima (Vargas Llosa vive en París. N. del R.) y un grupo de cadetes del “Leoncio Prado” me visitó. Habían leído el libro… ¿Y sabe lo que dijeron? Que estaban contentos con él, pero que habían superado lo que allí se contaba. Decían: “Ustedes han hecho esas cosas, pero nosotros las hacemos peor”. Todo afirmado con cierto sentido de emulación. Claro, es muy difícil que tomen conciencia estando encerrados en ese lugar.

PREGUNTA: ¿En qué ha trabajado después de La ciudad y los perros?

RESPUESTA: Primero, en una novela llamada La casa verde, que pronto saldrá publicada. Es un libro muy complicado, cuya acción transcurre en dos puntos muy distantes del Perú: Piura y Santa María de Nieva. Se compone de cinco historias entrelazadas. Después de ella, comencé otra novela.

Y la charla termina con los comentarios elogiosos de Vargas Llosa a nuestro país, en el cual siempre se siente a gusto.

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