50 años de la novela del guardaespaldas: “La dedicatoria me salió muy bien. En cuanto al resto, ceguera total”


Portada del volumen I de la 1a. edición

Este año se conmemora el 50 aniversario de la publicación de Conversación en La Catedral, una de las novelas más importantes de Vargas Llosa (y, para mi gusto, la mejor de las que ha escrito). La novela apareció a fines de noviembre de 1969: la primera edición, de 5,000 ejemplares, se imprimió en los talleres de Gráficas Diamante de Barcelona. La segunda edición, de 15,000 ejemplares, tuvo dos tirajes, uno de enero de 1970, también de Gráficas Diamante, y el otro de febrero de 1970, impreso en Cromotécnica. Las cinco primeras ediciones (publicadas entre noviembre de 1969 y julio de 1971) aparecieron en dos volúmenes y con portadas ilustradas por el fotógrafo catalán César Malet. A partir de la 6a edición (agosto de 1972) se publicó en un solo volumen de 669 páginas, y fue esta también la primera vez que se utilizó en la portada la icónica fotografía de los dos vasos de cerveza y los humeantes puchos de cigarrillos, del propio Malet. Otro cambio, quizás menos visible, ocurrió a partir de la 4a edición: se empezó a usar mayúscula para “La” en el título, aunque solo en el primer volumen. En la 5a edición aparece el título aparecía como Conversación en La Catedral en ambos volúmenes.

Las seis primeras ediciones de Conversación en La Catedral
(de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo)

Portada de la sexta edición, 1972

Como es ampliamente conocido, se trata de una novela (a la que, durante su gestación, Vargas Llosa y otros se referían como “la novela del guardaespaldas”) cuya acción transcurre durante el llamado “ochenio” del dictador peruano Manuel A. Odría (1948-1956). Aunque no es una novela autobiográfica, muchos de los episodios y personajes están inspirados en las experiencias del propio autor como estudiante en San Marcos y periodista en el diario La Crónica.

En una entrevista de mayo de 1969 Vargas Llosa ubicó con bastante precisión el origen de la idea de usar un guardaespaldas como personaje central de la novela y de convertirlo luego en un trabajador de la perrera municipal:

El antecedente más remoto del tema fue un barcito de Miraflores, “El Patio”, en el que solían reunirse en las noches un grupo de cachascanistas y luchadores que vivían en un hotel de la vecindad. Yo fui alguna vez allí y me fascinaba escuchar a esos animales musculosos que caminaban en dos patas y usaban corbatas. Algunos se dejaban contratar, por temporadas, como guardaespaldas, y contaban anécdotas de sus experiencias como matones de políticos o como rompemanifestaciones. Algunos meses o años después tuve que ir a la perrera a rescatar un perro mío, que había sido atrapado en la calle por la policía municipal como perro vagabundo. En la perrera vi cómo ejecutaban a los animales: los metían en un costal y dos forzudos los pulverizaban a palazos. Desde esa vez imaginé una historia que tendría como protagonista a un luchador, que luego de un pasado glorioso de guardaespaldas profesional acaba sus días arruinado y escéptico, matando perros con un garrote por unos pocos centavos (“El hombre y sus demonios”, Ercilla, 1769, 14 de mayo de 1969).

La primera referencia que conozco a la existencia de un proyecto de novela “basada en un guardaespaldas” aparece en una carta a Abelardo Oquendo fechada en París el 31 de marzo de 1962 (cuando todavía no había publicado La ciudad y los perros y apenas estaba empezando a redactar La casa verde), en la que incluso describe la escena en la perrera que luego incluiría en la novela. (Lamentablemente, la cita exacta de esta referencia no se encuentra en mis apuntes de archivo). De hecho, en el primer manuscrito de La casa verde aparecía un guardaespaldas mulato llamado Ambrosio que luego desaparecería para convertirse en uno de los personajes centrales de Conversación en La Catedral. La redacción de “la novela del guardaespaldas” empezó en 1965 y le tomaría cuatro años a Vargas Llosa culminarla. De todas sus novelas, ha dicho el autor, esta es la que más trabajo le dio (aunque a veces ha dicho lo mismo de La guerra del fin del mundo).

Mucho se ha escrito sobre Conversación en La Catedral por parte de críticos literarios y biógrafos de Vargas Llosa, y estoy seguro que en los meses venideros se hablará bastante de ella. La manera que yo he elegido para homenajearla es ofrecer a los lectores de este blog un collage de fragmentos de cartas y entrevistas, tanto del propio Vargas Llosa como de algunos personajes de su entorno, gracias a los cuales se puede reconstruir, a veces con bastante intimidad, el proceso de hechura de una novela a la que considero entre las más importantes del siglo XX en cualquier idioma.

Fachada del antiguo bar La Catedral (agosto de 2018)

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 9 de noviembre de 1963

“Hoy terminé, terminé, terminé la novela [La casa verde], a las siete en punto de la noche, las dos puntas del caos se cerraron, chim-pum-Callao. Para abrirte el apetito, te mando un pequeño balance: 834 páginas, organizadas en quince capítulos y un epílogo … Y después a terminar la novela de Ambrosio Pardo, el guardaespaldas. Y después otra, y otra, y otra más. No morirse antes de la décimoquinta novela, y luchar sin cuartel por escribir una obra cuantitativamente balzaciana y cualitativamente flaubertiana”.

Nota: Lo que MVLL había terminado era el primer borrador completo de La casa verde. Seguiría trabajando en ella hasta 1965.

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 25 de enero de 1964

“[P]egué un avanzón de la madona en la novela [La casa verde]. Es algo vivo ya, hermanito, que respira y que colea, pero estoy intoxicado de nicotina hasta el fondo del alma y la excitación no me deja dormir bien. No veo la hora de terminar para meterme de cabeza en la historia de Ambrosio Pardo”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 16 de enero de 1965

“He releído las páginas corregidas [de La casa verde], y tiene una impresión curiosa, muy rara. Esta vez sí, me parece, y además algo inesperado, bastante desconcertante. No sé si es una falsa impresión, pero al releer ya no era como antes, ya todo se movía y se enlazaba de una manera muy curiosa”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, Madrid, 25 enero 1965

“Estuve releyendo todavía anteanoche lo corregido [de La casa verde], en París, y creo que no es un espejismo: hay algo nuevo ahí, muy curioso, muy inesperado, que abre grandes posibilidades para la novela sobre el guardaespaldas Ambrosio Pardo”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 29 de octubre de 1965

Le anuncia su deseo de mudarse a Londres, más específicamente a Chelsea: “[E]s el sitio indicado para terminar la novela. Hasta ahora no he podido casi trabajar en esta novela, y esto me tiene rebotando”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, París, 10 de noviembre de 1965

“Yo he comenzado a trabajar en una nueva novela. Avanzo muy despacio todavía, siempre es así al principio. Después uno agarra el ritmo, el furor, la locura adecuados. Pero, carajo, vaya si cuesta”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 28 de diciembre de 1965

“He pedido a Expreso que me adelanten el pasaje para que Patricia vaya a Lima el 20 de enero … Solo, desamparado y sin amor yo escribiré terriblemente estos dos meses que estaré sin la Princesa de Brocelandia … Estoy seguro que la novela de Ambrosio Pardo crecerá como crece la sombra cuando el sol declina. Estoy contentísimo, Oquendito”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, París, 26 enero 1966

“[M]ientras trabajaba en esa novela [La casa verde] descubrí algo, una posibilidad nueva, que hay que investigar y perfeccionar mucho aún, una técnica o, más bien, un estilo capaz de entrar en la realidad por muchos niveles a la vez, sin que se note el traslado, capaz de pasar de la conciencia a los actos, del pasado al futuro, de los hechos a la sensaciones o a los mitos, sin que se produzca una ruptura”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, París, 12 de febrero de 1966

“[P]uedo trabajar espléndidamente. No hay como la angustia, la melancolía, las contenciones sexuales y el estreñimiento para escribir novelas, hermanito. Por fin vuelvo a pasarme seis, siete horas ante la máquina y la historia de Ambrosio Pardo comienza a aparecer de veras; me acuesto muerto de pena, viendo fantasmas, lleno de temblores y de represiones, pero me levanto como una jungla lleno de humores y de germinaciones y tú no puedes imaginarte qué caudalosamente escribo. Esta será una novela muy distinta a las otras, mucho más densa y rigurosa. Pero necesito irme unos días a Cajamarca y meter la nariz por un montón de sitios. ¿Me acompañarás? Es posible que cuando llegue a Lima tenga ya un esquema completo del libro; lo discutiremos juntos, haremos investigaciones, averiguaciones. Tenemos que ir a los Coliseos, a ver cachascán, box, fútbol, y frecuentaremos truhanes, cafichos y búfalos y olfatearemos juntos los suburbios y los barrios residenciales. Oquendo, Oquendo, qué maravillosa cosa es escribir novelas, qué exaltante y qué gloriosa cosa es levantarse de la mesa vomitando nicotina después de escribir toda la tarde. Uno se siente como Sansón después de echar abajo las columnas del templo”.

Entrevista de MVLL con Francisco Bendezú, “El escritor debe trabajar como peón”, Oiga, No. 177, 3 de junio de 1966

“El ‘magma’ de mi nueva novela tiene ya 700 páginas. Falta mucho todavía. Está situada en la época del ochenio (1948-1956) … Los personajes son seres, en su mayoría, mezclados a la vida política. Pero -como te digo- tengo apenas unos cuantos capítulos … Yo escribo diariamente, con una disciplina verdaderamente militar … Creo que el trabajo es el mejor abono de la creación. Diariamente me estoy cuatro o cinco horas escribiendo sin parar. Tenemos que ser como los pintores. No hay otra salida, por lo menos en mi caso”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 28 de setiembre de 1966

“[Cricklewood, un suburbio del noroeste de Londres] tiene grandes ventajas y la primera de todas es que aquí se puede trabajar en paz muchas horas al día. Ya estoy atacando sin contemplaciones el capítulo ‘Operación yobimbina’ de la historia de Ambrosio Pardo”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 13 de octubre de 1966

“Aquí puedo trabajar como un furioso jabalí sin que nadie me interrumpa y, claro, estoy muy contento. La historia de Ambrosio Pardo crece elefantiásicamente”.

De Julio Cortázar a MVLL, París, 20 de octubre de 1966

“Haces muy bien; si estás trabajando a fondo en tu novela, y puedes resistir económicamente, no tiene sentido que cortes esa racha para trabajar en la Unesco”.

De Luis Harss, Los nuestros (Buenos Aires: Sudamericana, noviembre de 1966), pp. 461-462.

“Los cuatro años dedicados a La casa verde son una gota de agua en el océano. Vargas Llosa ha estado rumiando ya otra novela que comenzó hace algún tiempo, dificultosamente, y que espera poder terminar ahora, en Londres. ‘Es la historia de un guardaespaldas’, dice, misterioso e intrigante, reteniendo el aliento, ‘un fuerte que vende su fuerza a políticos diversos. Yo conocí a un guardaespaldas que había sido protector de un caciquillo político peruano. El personaje me impresionó mucho. Había sido boxeador. Y era un personaje completamente alógico. Sus contactos con la realidad eran puramente instintivos. Yo quería hacer una novela describiendo un poco los medios políticos en el Perú. No una novela política, pero con personajes extraídos del mundo político peruano. Buscaba un instrumento, un introductor para este mundo que es un mundo muy especial. Pienso que el guardaespaldas es justamente lo que necesitaba'”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 8 de diciembre de 1966

“Estoy trabajando muy bien ahora en mi novela; ya era hora, pues me he pasado varios meses como un sonámbulo, caminando a tientas. Por fin todo se aclara y empieza a tomar forma …
[E]stoy impaciente por darme un salto al Perú, para zambullirme un par de semanas en Chincha, donde están ambientados algunos episodios de la vida de Ambrosio Pardo. Estuve allí hace dos años y guardo un hermoso recuerdo de ese lugar y del refugio de la beata Melchorita Saravia Tasayco en Grocio Prado”.

De Julio Cortázar a MVLL, París, 21 de febrero de 1967

“¿Vendrás por aquí, o la novela te devora como la selva al protagonista de La vorágine? Me acuerdo con tanta admiración de tu charla en la Casa [de las Américas, Cuba]; creo que esa noche comprendí mucho mejor lo que ves y lo que quieres hacer en la novela”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 29 de marzo de 1967

“[M]i próximo libro se llamará, tal vez, Conversación en La Catedral: ¿te gusta? Un novelón de 1,000 páginas … Estoy trabajando muy bien ahora en mi novela, mi querido Wolfgang. Todo se complica, se enriquece extraordinariamente y yo me siento como un jabalí desbocado. El libro empieza a ponerse interesante. Ya te contaré más”.

De Gabriel García Márquez a MVLL, México, 11 de abril de 1967

“[C]uánto me alegra que te guste la idea del libro a cuatro manos. A mí me parece
fascinante, y creo que difícilmente se puede concebir una fábula más inverosímil y
desternillante que este esperpento histórico. La posibilidad de dinamitar la patriotería
convencional es sencillamente estupenda … Me imagino que para ti será más problemático que para mí, por tu situación con los militares, la cual, supongo, será peor cuando publiques tu novela sobre el guardaespaldas”.

Nota: El "libro a cuatro manos" al que se refiere GGM iba a ser una historia de la guerra entre Colombia y Perú (1932-33) escrita al alimón. "Si tú investigas la historia del lado del Perú -le dice GGM a MVLL en otra misiva- y yo la investigo del lado de Colombia, te aseguro que escribimos el libro más delirante, increíble y aparatoso que se pueda concebir".

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 16 de mayo de 1967

Le habían pedido una pieza para la radio alemana. “[H]e pensado que sería una catástrofe si interrumpo mi novela ahora para escribir esa pieza radiofónica. ¿Y si me toma seis meses o más el hacerla? Después me costaría un trabajo gigantesco volver a trabajar en la novela. Prefiero acabar esta y pasar a lo otro. Ahora avanzo bastante bien, felizmente”.

De Julio Cortázar a MVLL, Saignon, 12 de julio de 1967

“Me parece muy bien que te hayas tirado a fondo en la novela, y estoy más que seguro
de que nadie se quejará de las dos mil páginas que nos prometes”.

Entrevista con Maynor Freyre, Unidad, 146, 24 de agosto de 1967

“Es una novela que se desarrolla de 1948 a 1956. Contiene una serie de historias entrelazadas de personas de diversos medios y regiones del Perú, pero que residen en Lima. La alienación de estos personajes lleva a describir el drama social de esos años. Pero la política no es su materia”.

De MVLL a José Donoso, Londres, 2 de noviembre de 1967

“Me alegra saber que estás zambullido en tu novela [El obsceno pájaro de la noche]. Yo trabajo también, pero con enormes tropiezos. El manuscrito ha crecido tanto que a veces me asusta”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, Londres, 6 de noviembre de 1967

“[P]ara poder seguir adelante con la novela, tengo que trabajar como un energúmeno, y por ejemplo he tenido que suprimir teatros y cines y encerrarme a piedra y lodo. En diciembre hay unas vacaciones y tal vez nos vayamos a algún sitio, antes de que la Patricia enferme de claustrofobia”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 9 de noviembre de 1967

“Las clases de la Universidad me quitan más tiempo de lo que esperaba y como no quiero descuidar la novela, me he visto obligado a quedar como un salvaje con la gente que me escribe”.

De MVLL a José Donoso, Londres, 6 de marzo de 1968

“Tengo vacaciones en la universidad del 20 de marzo al 20 de abril y me gustaría ir a Mallorca con toda la tribu. ¿Podrías averiguarme si puedo conseguir para esas fechas un departamento, hotel o pensión para Patricia, yo, dos bebes y mi madre? Bastaría con dos dormitorios y un cuarto con una mesa bien grande en la que yo pueda trabajar”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 26 de abril de 1968

“Vengo muy contento de esa isla [Mallorca], donde trabajé mucho en mi novela -tengo la seguridad de que el libro se arma por fin”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 1 de mayo de 1968

“Nuestras cartas se cruzan, trabajamos el doble y es una pérdida de tiempo del carajo, en estos momentos de furor creativo. Estoy avanzando luciferinamente en Conversación en La Catedral, que es como se llamará finalmente la novela. Todo marcha muy bien, por fin, y es la primera vez que tengo la certeza de haber conseguido algo realmente importante. Era la aventura más difícil: armar un mundo válido literariamente, cuya columna vertebral fuera la política. Creo, mi querido viejo, que lo he conseguido y mi exaltación no tiene límites”.

De Roberto Fernández Retamar a MVLL, La Habana, 21 de junio de 1968

“No sé si llegaste a recibir un cable mío en que te pedía un capítulo de tu próxima novela, que me dijo Mario Benedetti que habías pensado enviar para nuestra revista. Si me lo haces llegar pronto, podremos darlo en la próxima entrega”.

Nota: Ese capítulo recién se publicaría en Casa de las Américas, enero-febrero de 1971.

De Carlos Barral a MVLL, Barcelona, 26 de junio de 1968

“Necesito saber con precisión cuándo y cómo me llegan cada uno de los cuatro manuscritos, porque yo elevé ya a compromiso industrial el plan de publicación escalonada de 15 en 15 días a partir de octubre, y los impresores aguardan en rigurosa postura de firmes y en uniforme de gala al pie de las platinas relucientes y en la ciudad se murmura acerca de las probables fechas de publicación de tus nuevos libros. Y una gran inquietud sacude el país y pone en peligro la estabilidad de las instituciones, aquí, claro está, todavía no ‘contestadas’. Así es que docenas de testigos asisten ilusionados al despacho de este correo y aguardarán sentados en el suelo de las calles tu respuesta inminente y esperanzadora.

El poeta Rafael Alberti, de imperial cabeza y suavísimo trazo manual, me escribe en fieltro verde aceptando entusiasmado el hacer tus portadas y reclamando los motivos para los que espera tus instrucciones (Alberti, Rafaello, Via Garibaldi, 88, 00153, ROMA). Así es que la peligrosa inquietud que suscitas se ha corrido a Roma, garantía del orden en Occidente y quién sabe si en un rápido viaje que efectuó entretanto el propio Rafaello la comunicó a Moscovia, Roma de Oriente, ay, en estos duros tiempos de dogmas y excomuniones. Contéstame pues pro pacem mundi”.

De MVLL a José Donoso, Londres, 22 de agosto de 1968

“La noticia de que terminaste El pájaro me puso amarillo de la envidia … Yo tengo estancada mi novela y hasta Pullman no hay esperanzas de que me ponga a trabajar en ella de nuevo”.

Nota: MVLL iba a pasar varios meses dando clases en Washington State University, en Pullman, gracias a la invitación del crítico alemán Wolfgang Luchting.

De Julio Cortázar a MVLL, París, 14 de octubre de 1968

“Me preguntas por esa novela, y te digo que en principio deberá salir dentro de dos meses. En cuanto a la tuya, nos matarás de hambre, está visto. Pero quizá, si sobrevivimos, nos esperará uno de esos banquetes que hacen olvidar todos los ayunos previos. El ‘quizá’ no se refiere a la seguridad de que el banquete será real, sino a que eres perfectamente capaz de volver a escribir una vez más el libro, y entonces ya no nos quedará más que envolvernos en la toga como César y esperar las puñaladas del hambre definitiva…”

De Gabriel García Márquez a MVLL, Barcelona, 12 de noviembre de 1968

“Ya sabía, por tus editores, que sigues metiéndole mano a la novela. Me ha alegrado mucho saber por tu carta que lo haces sin dificultades materiales”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, Pullman, 13 de noviembre de 1968

“Tenía ya terminada Conversación en La Catedral, pero, con muy buen olfato, esperé un tiempo antes de mandársela [a] Barral, y después descubrí que estaba enferma de elefantiasis. Me he puesto a castigar sin contemplaciones al desaforado retórico que llevo en el cuerpo, y convertiré los cuatro tomos en dos. Ahora el peligro es que de tanto adelgazar la historia se volatilice. Ya estoy harto de trabajar en este libro, con montones de proyectos acumulados que no veo la hora de empezar”.

De MVLL a José Donoso, Pullman, 20 de enero de 1969

“Todavía estoy en Pullman, sí, pero apenas por cinco días más pues nos marchamos el domingo … Tengo muy avanzada la novela ya y confío en terminarla en San Juan”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, San Juan, 4 de marzo de 1969

“El trabajo en la universidad es también más ingrato que el de Pullman ya que debo dictar dos cursos en lugar de uno y a muy malas horas lo que atenta seriamente contra mi novela en la que trabajo poco y mal”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, San Juan, 23 de abril de 1969

“Te informo que acabo de enviarle a Barral la mitad de la novela, y que está dedicada a ti y a Loayza. Por lo menos me consta que la dedicatoria me salió muy bien. En cuanto al resto, ceguera total”.

Entrevista con MVLL, Ercilla (Santiago de Chile), 14 de mayo de 1969

“A través de la vida de un grupo de personajes, que proceden de medios sociales diversos, he tratado de describir el ambiente de lenta mutilación y suave podredumbre que vivió el Perú durante el Ochenio. Todos los personajes me han costado un esfuerzo endemoniado (son más de cincuenta) y quiero olvidarme de ellos cuanto antes”.

De Carlos Barral a MVLL, Barcelona, 16 de julio de 1969 (telegrama)

“NOCHES BLANCAS LECTURA INTEGRA CATEDRAL ENTUSIASMO DELIRANTE UNA GRANDE NOVELA SIGLO ENHORABUENA”.

Entrevista con Mario Castro Arenas, Elsa Arana Freire y Fernando Tola de Habich, 7 días del Perú y el mundo, Suplemento de La Prensa, Lima, 7 de julio de 1969

“Lo más importante para mí es que ya salí de él. Lo he mandado al editor hace un mes aproximadamente. Está en la imprenta y debe aparecer en setiembre u octubre. Es una novela que me ha sacado canas. Casi cuatro años estuve trabajando en ella. Dos veces creí que el libro estaba terminado y las dos veces di marcha atrás para hacer nuevas correcciones. Pero, en fin, hace un mes lo liquidé, antes de que me liquidara él a mí”.

De Carlos Barral a MVLL, Barcelona, 29 de julio de 1969

“Mi telegrama no era delirante. Creo sinceramente que Conversación en La Catedral es una de las grandes novelas de este siglo. Una novela con un umbral estrecho, como te decía en una carta anterior, y de una vastedad insospechada una vez traspuesto ese corredor tortuoso y liminar. Te leí en dos noches blancas, cavalgando (sic) galeras llenas de erratas, de líneas saltadas y carentes de divisiones. En mi loco entusiasmo ordené a Rosa que te mandara esas mismas galeras, tal como estaban, sin corregir, con el solo propósito de intensificar la comunicación contigo acerca del libro, sin esperar a que hubiera galeras corregidas. Tal vez fue un error; te imagino vomitando lisuras, haciendo huelgas de hambre, re[h]usando hasta el seviche y el chupe de camarones. Pero tal vez tu indignación y tu tristeza servirán de acelerador, impedirán que te demores un solo minuto.

Es inútil que te hable del libro. No soy capaz de otra crítica que no sea la pura adjetivación. Habré de esperar a que la lectura se asiente y sus impresiones se sosieguen. Me sentí cobarde con Santiago, viscoso con Bermúdez, perplejo entre todas las actividades con Ambrosio y, por supuesto, reiteradamente lésbica con la Musa y con la Queta. Pasé noches en teatruchos y bulines, hice los más sucios negocios, humillé página tras página los heredados principios morales y, sobre todo, aprendí, qué carajo, cómo se mete mano a la oposición, cómo se rompen sus manifestaciones y se truecan en apoteosis de quien los paga y, en fin, cómo se manejan los delicados negocios del poder. En fin, como si hubiera estado en Lima en ese tiempo y hubiera ejercido simultáneamente de puta y de cachaco. Naturalmente hay mucho más que eso, pero no te lo voy a contar ahorita; apenas comienzo a contármelo a mí mismo.

En el libro no encontré desde el punto de vista estilístico nada que te pueda señalar como un inconveniente o un defecto. Por decir algo te diré que me sorprendió la frecuencia con que los personajes requintan. Requintan casi tan frecuente como los del amigo Hortelano se retrepan en sus asientos. Claro que a lo mejor en el Perú se requinta más. Yo no requinto nunca. En fin, maestro, que mi crítica sea muda y entusiasta, como un abrazo.

Creo que el libro puede ir en dos volúmenes. En dos volúmenes para que no sea un libro monstruoso, pero que han de ser dos volúmenes siameses”.

De Carlos Barral a MVLL, Barcelona, 12 de setiembre de 1969

“Sí, recibí la carta que me remitiste a Calafell. En realidad, si no hubiera estado borracho de entusiasmo, hubiera comprendido que enviarte esas galeras recién salidas de la regleta de un tipógrafo local, era una insensatez, y que era seguro que reproduciría el mismo ataque de hígado que en su tiempo te causaron los primeros componedores de La ciudad y los perros. Ataque de hígado gratuito porque es evidente que el libro no se imprimirá sino limpio de polvo y paja. Yo quería, qué necio, comunicarte la sensación de velocidad. Bueno, queda tranquilo y corrige con ojo de relojero las segundas galeras. En todo caso, en galeras y paginadas demórate lo menos que puedas, no sea que contagies a la nerviosa Regás tus desarreglos hepáticos”.

De Gabriel García Márquez a MVLL, Barcelona, 21 de octubre de 1969

“Tengo atormentado a Carlos Barral con la buena idea de que me pase las pruebas de tu libro, pues no soporto la impaciencia por leerlo. Pero Carlos es tan terco que se empeña en no mostrármelas, y a lo más que llega es a ofrecerme el primer ejemplar caliente que salga del horno. No hay derecho”.

De MVLL a Abelardo Oquendo, Londres, 24 de noviembre de 1969

“[L]as malditas pruebas de la novela me quitaron un tiempo enorme. Se perdieron las galeradas que la editorial me envió a Lima, y hubo que sacar otras. Estas tenían millones de erratas. Ahora acabo de terminar, por fin, con las pruebas de página, y todavía había equivocaciones, palabras cambiadas, líneas saltadas, etcétera. A útima hora, para remate, me decidí a hacerles caso a ti y a José Miguel [Oviedo] y a poner los diminutivos de acuerdo a las reglas (“vocecita” en vez de vocesita) gramaticales, con lo que puede ocurrir que los tipógrafos se armen un lío tan monstruoso que el libro salga más envenenado de erratas que las pruebas. En fin, cross the fingers y veremos”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 25 de noviembre de 1969

“No te ha llegado aún la novela, porque hubo que hacer una nueva corrección de las pruebas de página. Las galeras estaban envenenadas de erratas. El libro sale en estos días, en dos tomos”.

Cartel impreso por Seix Barral para publicitar Conversación en La Catedral

Informe de la oficina de censura sobre Conversación en La Catedral, Madrid, 4 de diciembre de 1969

“Novela escrita muy bien, como es habitual en Vargas Llosa, aunque abunden los anglicismos y galicismos y haya un exceso de vocabulario hispanoamericano. Novela política: es una diatriba contra el presidente Odría y, en menor medida, contra el presidente Bustamante. Novela marxista, anticlerical, antimilitarista y obscena. La obscenidad pocas veces llega a la pornografía, por ejemplo en la escena de cama -una de las escenas de cama- entre las lesbianas Queta y Hortensia (págs. 360-363). Sin embargo, los aspectos eróticos son lo menos importante del libro. Lo esencial está en la pintura del Perú de las oligarquías, de la entrega a los norteamericanos, de la persecución de intelectuales, obreros y campesinos, de la represión de los movimientos de izquierdas (apristas y comunistas), de la corrupción y el ensañamiento con los estudiantes y tantas otras cosas que, sin duda, molestarán al actual gobierno del Perú. Hay en todo ello -junto a una gran calidad literaria, reflejada en la narración mixta, o sea, mezclando el diálogo con la narración indirecta y el monólogo interior- una intención evidentemente parcial, bien aprovechada por la editorial Seix Barral para establecer tácitamente correlaciones y comparaciones. No creo que en ningún caso pueda autorizarse este libro; pero, salvo la mejor decisión de la Superioridad, y a fin de evitar situaciones enojosas, creo que debe aplicársele el SILENCIO ADMINISTRATIVO”.

Escrito a mano, posiblemente por el Jefe de la Oficina de Censura:

“Al margen de posibles consideraciones políticas, no parece posible impedir jurídicamente la difusión del depósito, pese a las acotaciones de pags. 360-362 del tomo I, y 225-228 del tomo II, extremadamente crudas, pero no constitutivas de delito. Únicamente infracción [del] art. 2o. de Prensa e Imprenta (moral, falta administrativa). Silencio administrativo”.

Nota: El "silencio administrativo" implicaba que la oficina de censura no aprobaba explícitamente la circulación de un libro pero tampoco lo prohibía, generalmente por temor a posibles repercusiones de tipo político.

De Emilio Adolfo Westphalen a MVLL, Lima, 26 de enero de 1970

¿Hay previsto algún ejemplar de su novela para mí? ¿O tal vez puedo recurrir al representante de Seix Barral en Lima para conseguir uno?

De MVLL a Carmen Balcells, Londres, 27 de enero de 1970

“Imagino que Carlos [Barral] está demasiado preocupado en estos momentos con los problemas de la editorial como para abrumarlo con este asunto, pero la verdad es que es imperdonable que a pesar de cuatro correcciones en pruebas y una en el libro editado, todavía aparezca el texto así. Las erratas me visitan en las noches en forma de monstruosas pesadillas y estropean mi metabolismo diurno y no me dejan trabajar en paz. Sé bonita y haz que castren a esos tipógrafos y que claven sus vergüenzas en picas filudas en Plaza Catalunya”.

De MVLL a Wolfgang Luchting, Londres, 27 de enero de 1970

“No has recibido todavía Conversación en La Catedral porque en Seix Barral han habido problemas internos que tuvieron paralizada a la editorial. Yo les había pedido hace ya tiempo que te despacharan un ejemplar de los primeros. Hoy les mando un nuevo úkase y me imagino que esta vez te llegará pronto. Hicieron una edición que se agotó en un par de días y los bobos se quedaron sin ejemplares. Ni yo he recibido las copias de autor. Ahora debe estar ya lista la segunda tirada”.

Jirón de la Unión, Lima, 1970

De MVLL a Abelardo Oquendo, Londres, 2 de febrero de 1970

“La aparición de la novela coincidió con un terremoto interno en Seix Barral -despidieron a Rosa Regás y a Rafael Soriano, Carlos Barral renunció por presiones de la mayoría de accionistas, parecía que la editorial moría, luego Carlos volvió provisionalmente, mientras se discutía una reorganización de la empresa, y así están las cosas-, y esto ha hecho un daño terrible a la circulación del libro. La primera edición se agotó en pocos días (era muy pequeña), y cuando iban a sacar la segunda, grande, surgieron los líos y el Estado le cortó el papel a Seix Barral. Se perdió una oportunidad excelente, porque la crítica en España ha sido rapsódica y casi delirante, y en esas semanas se hubieran podido vender muchos ejemplares. Es por eso que no has recibido todavía tu ejemplar … Hace dos meses que Seix Barral tiene instrucciones de mandarles ejemplares por avión a tí, a Loayza, a José Miguel, a mi tío Lucho, y algunas otras personas: no lo han hecho porque no tienen ejemplares. El asunto es kafkiano, porque recibo cartas de gente de Madrid pidiéndome ejemplares. En fin, por lo menos una buena noticia con la novela: acabo de firmar contrato con Gallimard para la traducción, en condiciones muy buenas”.

De Julio Cortázar a MVLL, París, 20 de febrero de 1970

“[D]ejando por fin atrás una montaña de tareas -muchas de ellas estúpidas pero inevitables, y otras aburridas pero necesarias por razones de solidaridad latinoamericana- puedo empezar en estos días a leer tu novela, y espero haberla terminado cuando desembarque en Londres, para hablar largo sobre ella”.

De Francisco Moncloa a MVLL, Lima, 18 de marzo de 1970

“Leí -estoy leyendo a saltos- la ‘conversación’. Es aplastante. Y formidable. Cuando se reposen los minutos te escribiré al respecto aun cuando creo que te importe un carajo mi juicio literario. Sí quisiera que escribieras de la esperanza de ahora. Creo que puede estar terminando la hórrida mediocridad ambiental”.

De José Miguel Oviedo a MVLL, Lima, 16 de agosto de 1970

“Lo que me cuentas de Barral no hace sino arrepentirme más de haber entrado en tratos con él; es amigo y simpático y todo, pero uno no puede estar arrastrando las consecuencias de un lío que no tiene cuándo acabar … Espero que el plan para sacar Conversación en Caracas funcione y que el libro salga de ese limbo editorial al que ha sido condenado entre amistades y mercaderes sin olfato”.

De Roberto Fernández Retamar a Julio Cortázar, La Habana, 21 de noviembre de 1970

“Acabo de terminar de leer Conversación en La Catedral. Los dos tomos son muy buenos, pero la primera -de las cuatro partes- es excelente. Espero poder hablar también de ello con Mario”.

De Carlos Fuentes a MVLL, México, 24 de noviembre de 1970

“De nuevo, Mario, mis felicitaciones y admiración por tu Conversación en la Catedral. Creo que no sólo es tu mejor libro, sino la única gran novela política que se ha escrito en
castellano”.

De Álvaro Mutis a MVLL, México, 8 de diciembre de 1970

“Viejo, estoy aún bajo el deslumbramiento y el shock de Conversación en La Catedral: la terminé hace cinco días y no puedo leer nada, ni siquiera mis sólitas memorias del Imperio o los códices bizantinos … La Conversación en La Catedral ha sido para mí la primera NOVELA de nuestras patrias hispano-parlantes. Novela en el sentido en que lo son para mí La educación sentimiental, Ana Karenina, The Bleak House o Las ilusiones perdidas. Hay en tu novela una eficacia total del instrumento ‘verbal e imaginativo’, no hay un solo momento vacío, ni una sola pausa, es compacta, total… Cayo Bermúdez es, él solo, una obra maestra deslumbrante …
Mario, ese es el libro más tremendamente serio y definitivo que se ha escrito en nuestras tierras (Cien años de soledad participa tanto del género épico, del gran poema mítico, que nunca me he atrevido a pensarlo como novela, como no lo es La Iliada o La divina comedia o Ulises o A la recherche…) y eso es muy serio mi hermano. La lucidez, el oficio, la monstruosa madurez que supone haberlo escrito me dan mareos”.

Una de las portadas más sorprendentes de Conversación en La Catedral. Parecería que el diseñador solo leyó el título de la novela o quiso despistar o jugar una broma a posibles lectores sugiriendo que se trataba de una novela de contenido religioso
(Barcelona: Círculo de Lectores, 1973)

Nota: La mayoría de cartas citadas se encuentran en diferentes secciones de la División de Libros Raros y Colecciones Especiales de la Universidad de Princeton.

2 responses

  1. Sería excelente que pudieran editarse las cartas acompañadas de un estudio crítico. ¿Tiene Ud. pensado ese proyecto?

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