Retrato de María Cristina Orive por Bob Schulenberg
El 2 de setiembre pasado murió en Guatemala María Cristina Orive, una de las más importantes fotógrafas latinoamericanas de la segunda mitad del siglo veinte.
María Cristina (conocida entre sus amistades como “Chiqui”) nació en Antigua, Guatemala, dentro de una acomodada familia vinculada a la producción cafetalera. Luego de estudiar en Estados Unidos se trasladó a París a fines de la década de 1950. Allí vivió hasta 1971 dedicada a la fotografía y el periodismo. Trabajó por un tiempo en la Radio Televisión Francesa donde coincidió con Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y la esposa de este, Julia Urquidi.
María Cristina Orive, Vargas Llosa y Julia Urquidi
María Cristina tuvo una amistad cercana con Vargas Llosa y otros escritores latinoamericanos que vivían en París por esos años y tomó varias fotografías del escritor peruano, una de ellas ampliamente difundida, en la que aparece sentado en una banca de la plaza de Saint-Sulpice:
Años más tarde María Cristina le contó a una periodista que fue ella quien le sugirió a Vargas Llosa el título de su segunda novela:
Platicando con Mario Vargas Llosa sobre su obra La Casa Verde, en ese momento inédita, me dijo: “No sé cómo titularla”. Yo le dije: “¡Pero si hablas tanto de la casa verde!, que creo que debería llamarse así”. Y fue así como se tituló esta obra reconocida en toda Latinoamérica.
En abril de 1967, cuando ya vivía en Londres, Vargas Llosa volvió a París para participar en un acto de solidaridad con Hugo Blanco y los presos políticos peruanos junto a Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. María Cristina estuvo allí con su cámara. Esta es una de las fotografías que tomó ese día:
Foto tomada de: Mario Vargas llosa. La libertad y la vida, Planeta, 2008, p. 39
En 1971 se instaló en Buenos Aires y recorrió varios países de América Latina. Estuvo en Chile para cubrir la visita de Fidel Castro a Allende en 1971. Según cuenta Sara Facio, acompañó a Fidel a visitar una mina de cobre: “Fidel, guiñándole un ojo, dijo, ‘¿qué hace una mina en esta mina’?”. El 11 de setiembre de 1973, día del golpe militar de Pinochet en Chile, María Cristina estuvo al lado de Hortensia Bussi de Allende, según me hizo saber el artista Bob Schulenberg, autor del retrato que encabeza esta nota y que conoció a María Cristina en París en 1962.
Fotografía de Salvador Allende por María Cristina Orive
En 1973 fundó con Sara Facio, otra extraordinaria fotógrafa, la editorial La Azotea, especializada en libros de fotografía. Facio es la autora de numerosas fotografías de escritores e intelectuales, incluyendo una en la que aparece María Cristina con García Márquez en casa de Cortázar, en París, en 1973:
En La Azotea, María Cristina y Sara Facio publicaron, entre muchos otros libros, Actos de Fe en Guatemala (1980), en edición trilingüe y con prólogo de Miguel Ángel Asturias. La traducción al inglés estuvo a cargo de Gerald Martin.
María Cristina vivió en Buenos Aires hasta el 2010, año en que regresó a su país de origen. Murió en Antigua, la ciudad en la que había nacido 86 años antes. Sara Facio, su amiga y colaboradora de muchos años, escribió el siguiente texto de homenaje:
El 2 de septiembre -en la semana de su cumpleaños- murió María Cristina Orive.
Más allá del dolor por su partida nos queda celebrar el haberla conocido.
María Cristina llegó a Buenos Aires por primera vez en 1971 en misión periodística. Nos conectó nuestro común amigo Tomás Eloy Martínez y al instante de conocernos comenzó una relación de simpatía, cordialidad, aspiraciones compartidas y amistad indestructible durante más de 40 años.
Amábamos la Fotografía con el mismo fervor. Creíamos en los creadores de nuestra América latina, históricos y actuales y teníamos un entusiasmo incontenible. Viajamos para conocer fotos y lugares donde creaban, para hablar con ellos. Participamos en eventos, Congresos, Simposios con ese único fin.
Todo se trasladó a hechos concretos, como, por ejemplo, LA AZOTEA EDITORIAL FOTOGRÁFICA, primera en América latina en publicar libros, tarjetas postales y posters de nuestros creadores.
Podríamos enumerar decenas de actos en los que estuvo presente nuestra fotografía gracias a la intervención de María Cristina, pero todos quienes la conocimos lo sabemos y desde el fondo de nuestro corazón les decimos, Gracias!
Fue un regalo del cielo haberte conocido.
S F
Termino esta breve nota con un apunte personal. Cuando la editorial Renacimiento me solicitó fotografías de Vargas Llosa para la portada de la segunda edición de mi libro, les sugerí dos que me parecían apropiadas: la del escritor delante de la fachada del Colegio Militar Leoncio Prado, tomada en 1964, y una que le había tomado María Cristina en París a comienzos de la década de 1960. Luego empecé las gestiones para obtener los permisos respectivos para reproducirlas, en caso que la editorial escogiera una de ellas. En el caso de María Cristina, el personal de La Azotea me comunicó que había regresado a vivir a Guatemala y que su salud no estaba bien, por lo que era difícil contactarla directamente. Por esos días conocí a una estudiante graduada guatemalteca en la Universidad de Oregon, Ruby Batz, a quien le mencioné que estaba tratando de contactarme con María Cristina.
Coincidentemente, Ruby conocía a dos sobrinos de la fotógrafa, así que se puso en contacto con ellos para gestionar la autorización para reproducir la foto. Uno de ellos nos hizo saber, de hecho, que María Cristina tenía esa foto colgada en una de las paredes de su domicilio. El 9 de junio de 2016 recibí por intermedio de Ruby un mensaje de la secretaria de María Cristina en el que me decía lo siguiente: “Se platicó con Cristina respecto a la solicitud de publicar la foto de Mario Vargas Llosa y ella otorga el permiso para dicha publicación”. La foto en cuestión es esta:
El equipo de diseño de Renacimiento finalmente decidió no usar esta fotografía en la portada de mi libro, pero la búsqueda de información sobre su autora y el esfuerzo por conseguir la autorización, que ella generosamente me otorgó, me permitieron conocer la trayectoria de una extraordinaria fotógrafa. Dejo aquí constancia de mi gratitud y admiración.