Luis Loayza y Abelardo Oquendo
En una carta fechada el 20 de diciembre de 1962, Luis Loayza le contaba a Mario Vargas Llosa que un grupo de intelectuales entre los que estaban Abelardo Oquendo, José Miguel Oviedo, Sebastián Salazar Bondy, Juan Gonzalo Rose, Hugo Neira, Carlos Ruibal y el propio Loayza, estaban preparando una revista titulada “Proceso”. “En el primer número -le dice- publicaremos unas páginas de Los impostores [y] quizá una nota sobre tu novela”. Recordemos que a comienzos de ese mes Vargas Llosa había obtenido en Barcelona el premio Biblioteca Breve, de modo que había mucho interés por parte de sus amigos en Lima en publicar un avance de la novela. El 11 de febrero de 1963 Vargas Llosa le pregunta a Salazar Bondy, “¿Qué fue de El Proceso (sic)?” La revista tardaría casi un año más en aparecer: el número 0 (que al final sería el único) salió en enero de 1964.
Cuando estuve recogiendo materiales para mi libro pregunté por dicha revista y la busqué en varias bibliotecas, pero no tuve éxito. En diciembre de 2013 José Miguel Oviedo contestaba así a mi consulta: “Imposible encontrar la revista porque ni siquiera llegó al número 1. Sacamos como prueba un número 0 y allí quedó todo”. Al parecer el tiraje fue muy corto y todo indica que la revista solo se distribuyó entre los colaboradores y sus círculos de amistades.
En un artículo publicado en 1992, el crítico francés Gérald Hirschhorn ofreció una semblanza de la revista, su gestación y su contenido (“Proceso à Lima”, América: Cahiers du CRICCAL, n° 9-10, 1992, pp. 291-301). Algunas partes de ese artículo están incorporadas en su libro Sebastián Salazar Bondy. Pasión por la cultura (Lima: Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos / IFEA, 2005). Las páginas de las citas que incluyo abajo remiten al artículo de 1992.
Hirschhorn subraya el hecho de que los promotores de la revista quisieron crear una publicación literaria pero “más comprometida” que sus predecesoras. El nombre de la revista remite al famoso ensayo de Mariátegui (“El proceso de la literatura peruana”) y, según Hirschhorn, “la obra de José Carlos Mariátegui y Proceso muestran numerosos puntos comunes que no son fruto del azar” (p. 296). El clima de agitación política que se vivía en el Perú, la militancia de varios miembros del grupo en el Movimiento Social Progresista y el impacto de la revolución cubana (que ellos apoyaban críticamente) ayudan a entender las intenciones de los promotores de la revista. El texto de presentación no deja lugar a dudas:
Hemos decidido compartir el riesgo común de una revista por cuanto ninguna de las existentes se ajusta a nuestros intereses y propósitos. Proceso es un ensayo de libertad crítica y trabajo intelectual alejado de toda receta y dogma; responde a un estado de conciencia de quienes la editan, a una etapa del conflicto ideológico peruano, a un instante del desarrollo histórico del pueblo a quien, sin desear adular disminuyendo el rigor de sus paginas, quiere y ha de acercarse. Por lo tanto Proceso acepta su condicion de instrumento momentáneo, accidental. Nos corresponde reflejar nuestra propia búsqueda de certidumbre, nuestro inconformismo ante la realidad peruana, nuestra actitud de examen frente al pasado. En última instancia, nuestro compromiso con la autenticidad. Sostenemos algunas ideas que caben en fórmulas muy simples. Creemos en la necesidad de comunicación de los escritores con su medio, y entre ellos mismos; por eso, a pesar de nuestras diferencias, estamos en esta revista. Creemos que el intelectual no es inútil ni traidor, pero tampoco un ser superior. Creemos, a pesar de todo, en la necesidad de la tarea de la cultura y la inteligencia en los países, como el Peru, alienados por la miseria y el subdesarrollo. Y creemos que estas empresas de conocimiento de la realidad son inseparables de la identificación con la causa popular. Es así como Proceso al afirmar los valores de la cultura -que son en última instancia, los fundamentos del hombre- se enfrenta a la actual situación económica y social del Perú y pretende contribuir a que el país se oriente hacia la auténtica libertad y la efectiva justicia (citado en Hirshhorn, pp. 293-294).
Hirschhorn detalla también el contenido de la revista: se reprodujo el primer capítulo de Lima la horrible, de Salazar Bondy, y la tercera parte del capítulo 2 de La ciudad y los perros, acompañada de una fotografía del autor. Cabe subrayar que era la primera vez que se publicaba en el Perú un fragmento de la novela de Vargas Llosa. Además se incluyó el artículo “Palma: la colonia como síntoma”, de José Miguel Oviedo; cinco poemas breves de Carlos Germán Belli, con ilustraciones de Virgilio Trompiz; “Martín Adán en la Casa de Cartón”, de Luis Loayza, acompañado por un retrato de Adán y dos fotografías de Barranco; un reportaje a tres voces sobre Héctor Velarde (a cargo de Salazar Bondy, Neira y Oviedo) ilustrado con fotos de Velarde y de la fuente de la Plaza de Armas; un artículo del filósofo polaco Adam Schaff sobre “El marxismo y el existencialismo”; una nota anónima titulada “Teatro peruano, ¿qué hacer?”; un comentario de Abelardo Oquendo sobre el libro de Blanca Varela Luz de día; y finalmente “Szyszlo, una aproximación” de Sebastián Salazar Bondy.
En El Comercio (1 de marzo de 1964) se publicó una nota sobre la revista escrita por Salazar Bondy pero firmada con seudónimo (Diego Mirán):
Tendrán los que hacen Proceso, que estar en desacuerdo con mucho de la herencia que les ha tocado recibir. Sin beaterías, someterán a la criba racional las “idées reçues” (…) Sin iracundia, porque no es un grupo de “young angry men” a la moda, pero así mismo, sin el cómodo conformismo que acepta a ciegas lo consagrado tan solo porque es consagrado, los que conducen Proceso no quieren ídolos. Su iconoclastia, sin embargo, es la que proviene de la meditación, del estudio, del juicio (citado en Hirschhorn, pp. 300-301).
Vargas Llosa recibió la revista en marzo de 1964 y le escribió a Salazar Bondy trasmitiéndole su entusiasmo:
Llegó Raul Vargas con los ejemplares de Proceso que me parece de primera calidad; estoy orgulloso de fîgurar en la redacción, excitadísimo al ver que mi hermano Abelardo se lanzó a escribir, entusiasmado con el capítulo de José Miguel sobre Palma, y con el artículo de Luis que ya conocía. Muy bueno lo de Oviedo, desmitificador, excelente su interpretación de Palma. Ha llegado la hora del ensayo para el Perú. Yo también quisiera colaborar en el número sobre el indigenismo, qué puedo hacer? (Carta de M. Vargas Llosa a Salazar Bondy, 16 de marzo de 1964, citada en Hirschhorn, p. 298).
Lamentablemente, ese número sobre indigenismo nunca apareció, pues la revista dejó de publicarse. De hecho, ese número “0” ni siquiera salió a la venta, según Hirschhorn, “a pesar del precio impreso [cinco soles] y del artículo de Sebastián Salazar Bondy que anuncia que la revista se puede encontrar en los quioscos y librerías”; por tanto, sus lectores fueron los miembros de la misma “pequeña capilla”, un grupo de “argolleros”, como los llama Hirschhorn (p. 300). En la versión en español incluida en su libro de 2005, la expresión se suaviza un poco: “cenáculo”.
Ese único número de Proceso es prácticamente inhallable, aunque el profesor Hirschhorn sí tuvo acceso a una copia (*). Confío que algún día se pueda reproducir y difundir este ejemplar raro de una revista que prometía convertirse en un referente importante de la cultura peruana pero que, como ha ocurrido tantas otras veces, no pasó de ser una iniciativa trunca.
Reproduzco a continuación el mencionado artículo de Hirschhorn:
(*) El profesor Hirschhorn me ha hecho saber que consiguió una copia de Proceso en algún librero de viejo de la avenida Grau, en Lima, en los años 80, pero que ella se perdió, junto con buena parte de su biblioteca, al extraviarse el contenedor que llevaba sus enseres cuando se mudó a Francia en el 2000.