El disco Ordalía Inconclusa, del grupo Kalasasaya, es una realización extraña incluso dentro de Bolivia. Fue grabado durante la dictadura del general Hugo Banzer, desde el exilio en Ecuador, y producido en la RDA.
En el disco alternan la dulzura de los huayños y el tono enérgico de marchas interpretadas con quenas y percusiones africanas; así como elementos de la trova y episodios teatrales, a veces expresados con alto dramatismo, a veces con ironía y actitud burlona. En su amplia diversidad de tonalidades y ritmos, el disco se presenta como una unidad coherente.
Las letras de las canciones se basan en el poemario “Ordalía inconclusa”, escrito por el activista Ramiro Barrenechea, de quien se sabe muy poco. El poemario articula una crítica mordaz a la intervención imperialista estadounidense en Bolivia y una crítica frontal a los regímenes dictatoriales latinoamericanos.
Creo que, desde el punto de vista de su contenido político, la peculiaridad de este disco en la historia boliviana se debe a la identificación sincera de ciertos sectores de las clases medias y clases medias altas urbanas con los grupos populares y subalternos. Creo que ello se debe a que, hasta las dictaduras militares, la clase media urbana, altamente privilegiada en el contexto boliviano, nunca había sufrido los atropellos de la violencia estatal con la intensidad con que comenzaba a sufrirlos en esa etapa. En otras palabras, antes del periodo de las dictaduras militares, los agitadores criollos podían ser encarcelados, exiliados ( a veces con valija diplomática) o confinados, pero la tortura y las balas eran privilegio exclusivo de los campesinos y mineros:
¿Tu eres el archisolo agitador? Unos cuantos nada más; fascinerosos, financiados, entrenados por el rojo comunismo, rojo internacional, rojo y ateo
Escupes tu coca en los discursos generalopípedos , te orinas en sus obras magnas de desarrollo patrio que han multiplicado wáteres y rascacielos mientras tu pan y tu salario se chorrean al suelo de tu bolsillo roto agujereado por las balas.
Las palabras del poemario ponen en escena una nueva situación política. El poder identifica a su enemigo por su adscripción ideológica, el agitador o rebelde criollo pasa a ser comunista, esa etiqueta justifica modos de persecución que en el pasado solamente se reservaban a los sectores subalternos. Por eso es llamativo que en las palabras citadas exista una interesante continuidad entre la identificación del agitador con el comunismo y su posterior descripción como un individuo que adopta los modos y actitudes de las masas marginadas por la lógica desarrollista:
Tu no eres una amenaza contra la paz establecida, contra el trabajo y el orden, te lo chillan en discursos y mensajes, un díscolo, un ciego que no quiere ser feliz bajo licencia ¡Trademark! ¡Copyright!
Pero te rompen la cabeza a culatazos, te apalean bajo los guardatojos , bajo los overoles, te arrebatan el libro para amarrar tus manos y tu grito. Y si eres mujer, si eres mujer te violan entre babas y cerrojos.
Como puede verse, el guadartojos del campesino, el overol del minero y el libro del estudiante, todos símbolos que definen lugares, trabajos y posiciones diferenciadas, se unen e identifican en una lógica cuya coherencia tiene como base la experiencia compartida de la violencia estatal.
De este modo, grupos radicalizados de las clases medias y altas comienzan a compartir la experiencia de la brutalidad estatal.