El Boom en Bonnieux y a todo color

Los cuatro autores de Las cartas del Boom estuvieron juntos, por primera y última vez, a mediados de agosto de 1970, cuando todos asistieron, el viernes 14, al estreno de El tuerto es rey de Fuentes en el Festival de Teatro de Avignon, en la Provenza francesa, y continuaron la pachanga al día siguiente en la casa de campo que tenía Cortázar en Saignon, a unos 60 km de distancia. El grupo estaba integrado, además, por Patricia Llosa, Ugné Karvelis, los hijos de García Márquez, los escritores José Donoso y Juan Goytisolo y otros amigos y periodistas. Cuando se dirigían a Saignon hicieron una parada en un restaurante de Bonnieux para comer. El periodista brasileño Sérgio Augusto sugiere que se trató de Le Fournil, muy famoso en esos años y que él conoció gracias a su amigo Walter Salles, “íntimo conocedor de la región”. Sea o no Le Fournil, fue en ese restaurante de Bonnieux donde se tomó la única fotografía conocida en la que aparecen los cuatro autores. En otra sección del blog hemos reproducido esa foto y hemos compartido el enlace a una nota que escribió Carlos Aguirre sobre ese encuentro.

La fotografía fue conservada por el escritor y académico mexicano Abraham Nuncio Limón, quien participó de esa especie de mini-troupé, y se publicó por primera vez en mayo de 2012 en el diario mexicano La Jornada, con ocasión de la muerte de Carlos Fuentes. Lo que pocos sabían por entonces es que la fotografía original era a colores, y así se reprodujo en febrero de 2017 en la revista mexicana La Quincena, dentro de un dosier en homenaje a Nuncio Limón. En un artículo incluido en el dosier, el escritor mexicano contó detalles de ese encuentro y de la fotografía:

Entro al bar Lutèce. Bebía mi copa de Beaujolais, con toda la morosidad posible –mi presupuesto no me permitía más de una copa fuera del departamento donde la generosidad de André me dejó tener en París uno de mis hangares. En eso entra Carlos Fuentes a comprar una cajetilla de Gauloises. Antes nos habíamos visto un par de veces: una en la casa de Javier Wiemer, donde lo conocí merced a Dora Madero, una de mis hadas madrinas, y otra en la revista Siempre! Fui colaborador en el suplemento cultural (La Cultura en México) cuando la revista era dirigida por José Pagés Llergo y al suplemento lo coordinaban Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco. Hacía unas semanas había publicado una reseña de Todos los gatos son pardos, la obra para teatro de Fuentes. Casi me arrastró hasta la embajada de México para poder consultar la revista, que llegaba regularmente a nuestra representación diplomática en Francia, y poder leer mi nota. ¿Y si no le gusta? La pregunta que me hacía era la del escritor que se sabe en un nivel inferior. Le gustó y vino entonces la invitación para asistir al estreno mundial de El tuerto es rey, en el Festival de Avignon. Allí va a estar todo el boom de la literatura latinoamericana, me dice Carlos. No me lo iba a perder por nada del mundo. No necesité reservación para instalarme en la isla La Barthelasse, [en el río Rhône] que flanquea la antigua sede del papado. Pintura, artes plásticas, cine, música, teatro. María [Casares] es la actriz central de El tuerto. “En tierra de tuertos el riego es rey”, parafrasea con buen sentido del humor el muy serio –es una de sus señas de identidad– Juan Goytisolo, lo cual le celebramos Nicole Boulanger, directora de la sección cultural de Le Nouvel Observateur y yo. Muy bien la obra, salvo la irrupción de los guerrilleros guevarianos. Pero, en fin, estábamos en Europa. A mí me tocó ver a varios clones de la apariencia de Che Guevara, sobre todo en Italia. Libre, la revista que nació para morir en su cuarto número (los integrantes del boom se estimaban entre sí, pero juntos eran un banco de erizos), se hallaba en proceso. La discusión sobre los últimos detalles tendría lugar chez Julio Cortázar, en Saignon, villorrio situado en el valle del Calavon, donde vivía un comité de escritores y artistas. En el camino paramos en Bonnieux para comer. Rica la comida en una casa medieval hecha de piedra, habilitada como restaurante. Alita, sobrina de Cortázar y asistente de director escénico, traía consigo –afortunadamente– su Instamatic. Ponte allí, me instruyó. Y así es que aparezco en la foto con la mayoría de los escritores que fueron la planta docente de mis lecturas literarias en los vibrantes sesentas.

Alita -cuya identidad no ha podido ser confirmada- imprimió luego la fotografía y se la regaló a Nuncio Limón. Años después, la fotografía se perdió, pero (felizmente) Nuncio Limón había hecho una copia, que sirvió para preparar las versiones reproducidas en La Jornada, La Quincena y Las cartas del Boom. Gracias a un acuerdo con Nuncio Limón, esa fotografía ha sido depositada en el Museo Jordan Schnitzer de la Universidad de Oregón.

Reproducimos a continuación una versión escaneada de esa única e histórica fotografía.

 

 

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