“Las rompo sin abrirlas”: las cartas en la vida y la obra de García Márquez

En abril de 2021, el escritor colombiano Orlando Oliveros Acosta publicó, en la página del Centro Gabo, una nota sobre la correspondencia de García Márquez que hemos querido rescatar ahora que se han publicado las cartas que cruzó con Cortázar, Fuentes y Vargas Llosa. En Las cartas del Boom se incluyen 40 de García Márquez, 22 enviadas a Fuentes y 18 a Vargas Llosa; también se han reproducido 26 cartas recibidas por García Márquez, 21 de Fuentes y 5 de Cortázar. No han sobrevivido cartas de Vargas Llosa a García Márquez ni de este a Cortázar. Como se dice en la introducción al libro, García Márquez no fue muy prolijo en la preservación de su correspondencia, y a partir de cierto momento disminuyó hasta casi abandonar la escritura de cartas.
Oliveros Acosta cita una entrevista de 1968 en la que García Márquez dijo que “mis únicos amigos son anteriores a Cien años de soledad. A ellos les contesto unas cipotes de cartas y me leo de cabo a rabo las que me mandan, pero las otras ni las abro. Las rompo sin abrirlas”.
Entre esos amigos “anteriores a Cien años de soledad” está, por ejemplo, Plinio Apuleyo Mendoza, quien conservó numerosas cartas de García Márquez y están disponibles en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas en Austin. También están los otros tres escritores del Boom, algunas de cuyas cartas, según García Márquez, le fueron sustraídas en un hotel de Caracas en 1967. Si rompía o no “sin abrirlas” las cartas de sus “nuevos” amigos es difícil de dilucidar, y seguramente se trata de una exageración, pero lo cierto es que, agobiado por “la correspondencia amazónica que me está inundando la casa”, como le escribió a Emir Rodríguez Monegal, García Márquez se volvería extremadamente selectivo en sus comunicaciones epistolares y optaría por el teléfono como medio principal de contacto con amigos y colegas.
El texto de Oliveros Acosta, que puede ser consultado aquí, aborda estos y otros aspectos de la relación entre García Márquez y la correspondencia, incluyendo, por ejemplo, las cartas de rechazo que recibió de algunos editores y la consulta que hizo del epistolario de Bolívar durante la redacción de su novela El general en su laberinto.

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